¿Con ganas de moverte? Cuando la necesidad de cambiar de aires agobia y el bolsillo no acompaña, una escapada rural resulta esencial para desconectar.
Alternativa excelente para salir sin gastar mucho, huir de las masas y volcarse en la naturaleza como terapia, la recomiendo sin dudar.
Éstas son mis propuestas para una escapada rural en Alicante, Castellón y Valencia, repletos de rincones desconocidos.
¿Nos vamos?
Aunque no te lo creas, a 22 km de Benidorm, enclavado entre montañas y con un castillo musulmán del siglo XI, te olvidarás de la playa.
Un perfecto pueblo medieval lleno de curiosidades, como unos museos de lo más insólitos. De Saleros y Pimenteros, de Microminiaturas, de la Bicicleta, de Belenes y Casas de Muñecas, de Instrumentos de tortura y más.
Con rico patrimonio histórico, habitual en los pueblos de España, también destaca su situación geográfica. Desde la altura a la que se encuentra el panorama es fantástico, uno de los mejores de Alicante.
No te pierdas el embalse del río Guadalest, también conocido como la joya esmeralda. Fue creado artificialmente en los años 50 y refleja en sus aguas color turquesa la vegetación y las montañas circundantes. A su alrededor existe una ruta de senderismo muy sencilla pero que figura entre las más bonitas de la provincia.
La buena cocina de la zona es de agradecer, como la tradicional olleta de blat, un cocido de trigo muy popular. Además de las empanada de verduras y los dulces de almendras de origen árabe.
No te voy a engañar, aquí el turismo está muy presente, sobre todo el que viene por unas horas. Pero el lugar es tan mágico y bonito que vale la pena a pesar de todo.
Tras ese nombre curioso se esconde un rincón privilegiado de la Marina Alta, cerca de la playa pero a años luz del bullicio. Oculto entre montañas, no puedes dejar de conocerlo.
Está formado por ocho pueblecitos, Benirrama, Benialí, Benissiva, Benitaia, La Carrotxa, Alpatró, Llombai y Benissili, que acompañan al río Gallinera en su recorrido.
Un sendero muy bien señalado permite unir los pueblos en una ruta fácil y, lo mejor de todo, sin pisar la carretera. Se pueden hacer de una vez o, lo recomiendo, de uno en uno, deteniéndose a disfrutar de toda la paz que ofrecen
Siempre bajo la vigilancia de la Penya Foradada, la impresionante roca que preside el macizo, con una abertura considerable en su centro. Subir a la Penya es una experiencia única, pero además tiene una característica especial. En los equinoccios de primavera y otoño, a finales de marzo y septiembre, el alineamiento solar produce una maravilla de la naturaleza. Durante unos minutos el sol se cuela por el agujero e ilumina los restos de un antiguo convento, algo digno de ver.
Naranjos, olivos y almendros ocupan las tierras de cultivo. Pero los reyes son los cerezos. En marzo el valle se vuelve blanco con la floración y después de 40 días empieza a salpicarse de puntitos rojos. Miles y miles de ellos.
Para comer, productos de la tierra, muchos de ellos ecológicos.
¿Qué más se puede pedir? Una escapada rural esencial con mayúsculas.
La Sierra de Mariola es famosa, entre otras cosas, por su gran variedad de hierbas aromáticas y medicinales y sus numerosas fuentes. La abundancia de agua determina un paisaje frondoso y refrescante, lleno de senderos ideales para practicar senderismo en familia.
Una de las más conocidas es la de los Molinos, muy recomendable para hacer con los niños. Un precioso recorrido que une los tres molinos papeleros más importantes de Banyeres, de los nueve que existían en el río Vinalopó.
Durante el trayecto se puede ver hasta una cascada y hay mucha información sobre las plantas que nos podemos encontrar en él.
Las áreas recreativas están muy bien equipadas y existe una poza genial donde bañarse en verano. Eso sí, bajo tu responsabilidad porque el baño no está regulado.
No te lo pierdas, es un sitio especial para conectar con la naturaleza.
A 700m de altura, encaramado a un cerro y vigilando toda la comarca, el impresionante castillo de Biar recibe desde hace nueve siglos al visitante.
Enclavado en la cabecera del río Vinalopó, entre la Sierra de Mariola, la Fontanella y la Penya Rubia, conserva un trazado de lo más curioso. Un urbanismo geométrico, herencia de los árabes, que ha diseñado su delicioso casco antiguo, repleto de fuentes, escaleras y flores. Siempre subiendo hacia el castillo, así que piernas fuertes y nada de carritos de bebé.
También preserva una curiosidad que suele encontrarse en la Comunidad Valenciana, un pozo de nieve o nevero en perfecto estado. Es del siglo dieciocho y se utilizaba para guardar la nieve, que se aplastaba hasta convertirla en hielo para aprovecharla en verano. Hoy es un centro de exposiciones de impecable factura.
El otro gran atractivo de Biar es la belleza paisajística que lo rodea. Prácticamente la mitad del término municipal es forestal, con abundantes plantas aromáticas y bosque mediterráneo, además de ramblas y barrancos majestuosos. Las panorámicas son espectaculares y los senderistas disfrutarán de una variedad muy amplia de rutas.
En definitiva, una escapada rural esencial para desconectar y conocer un pueblo escondido entre montañas.
En el Alto Maestrazgo, a pocos kilómetros de las playas castellonenses, sorprende la cantidad de pueblos medievales que nos hacen retroceder en el tiempo.
Uno de ellos es Culla, que aunque en lugar de castillo tiene ruinas, no deja de ser un sitio encantador con una intensa historia. Fue la última adquisición de los templarios para la Corona de Aragón, un tesoro muy preciado por su ubicación. Y aún quedan huellas de los caballeros de la orden diseminadas por el pueblo.
Quizás una de las fechas más importantes para Culla fue el año 1994 cuando se decidió rehabilitar a fondo el centro histórico. Salieron a la luz las antiguas piedras, desaparecieron los cables a la vista y se peatonalizaron las callejuelas, tortuosas como corresponde al medioevo. Ahora tiene dos zonas bien diferenciadas, el casco histórico en lo alto con sus fachadas de piedra y la parte baja, de casas encaladas.
Hay dos lugares muy interesantes y cercanos que vale la pena visitar. Uno de ellos es el Parque Minero del Maestrazgo, antiguas minas de hierro a 800 m de altitud que pueden recorrerse. Las vistas, fantásticas, y la experiencia muy curiosa y poco común.
El otro es el Astromaestrat, un observatorio astronómico turístico donde se ofrecen actividades para todo tipo de público. ¡Niños y mayores se la pasan pipa!
Que no solo de monumentos vive el viajero.
A solo 25 minutos de Castellón, en la comarca de la Plana Alta, se esconde una verdadera joyita histórica y artística.
Vilafamés tiene relación con el arte desde la Edad de Bronce, a juzgar por las pinturas rupestres que se han encontrado en el abrigo del castillo. Hoy en día se lo conoce como el pueblo de los artistas, algo que tiene que ver con su Museo de Arte Contemporáneo. Un espacio vanguardista que ocupa el que fuera Palacio del Batlle, edificio gótico civil del siglo catorce con 29 salas repletas de obras, fundado en 1970.
Al poco tiempo se configuró una especie de Montmartre en miniatura colmado de talento y vida, un barrio de artistas bienvenido por los vecinos. Hablamos de gente como Joan Miró, Chillida o Genovés, pesos pesados del arte.
Todo en una población que revela su pasado árabe en el trazado caprichoso y zigzagueante de las calles que se enroscan hacia el castillo. Mimadas por los vecinos, cuidadas con esmero y llenas de vegetación, son un lienzo de colores rojizos y ocres que alegran la vista.
¿Quieres saber la mejor parte? En plena calle uno se tropieza con la Roca Grossa, una mole de 2.100 toneladas y 222 millones de años (o eso dice el letrero). La leyenda manda tocarla y pedir tres deseos para que por lo menos uno se cumpla. Como de momento es gratis, no te quedes con las ganas.
Y disfruta de esta escapada rural esencial para el espíritu.
Si eres de los que prefieren los baños de agua dulce y te molan las piedras de río, éste es tu lugar. Una villa termal en el Alto Mijares, casi llegando a Teruel, donde se dice que están las mejores pozas naturales de España, nada menos.
Parecer ser que al último rey moro, Abu Zayd, le gustaba la zona y mandó construir unos baños para disfrute de sus chicas. De ellos solo quedan a día de hoy algunos restos arqueológicos, pero la tradición ha sobrevivido y el pueblo está lleno de hoteles termales.
Las aguas que emergen en la Fuente de los Baños avanzan impetuosas entre montañas y frondosa vegetación. Tienen un cauce aproximado de 6.000 litros por minuto y eso, unido a la fisiografía del lugar ha permitido la formación de espectaculares piscinas naturales. Se asegura que la temperatura constante es de 25º, pero no te lo creas demasiado, después de un rato notarás que no estás en el Mediterráneo.
Eso sí, el agua totalmente cristalina y el color turquesa de las pozas es absolutamente tentador y no podrás dejar de bañarte en ellas.
Desde el mismo pueblo de Montanejos sale un sendero de casi 5 km que acompaña al río Mijares y sube hasta el estrecho de Chillapájaros. Es precioso en cualquier época del año, pero si hace calor y te apetece, podrás darte un chapuzón en alguna de las piscinas mientras paseas.
¿A que pinta bien?
Entre los muchos pueblos con encanto que pertenecen a Castellón, Sant Mateu no es uno de los que más suenan. Pero si te gusta la historia no te lo puedes perder ya que todo él es un Conjunto Histórico Artístico. Y te llevará en volandas a la época medieval.
Este pueblo de la comarca de Bajo Maestrazgo tiene un patrimonio monumental que envidiarían muchas ciudades. Fue capital del Maestrazgo en su época más esplendorosa y allí se refugió Belibaste, el último líder cátaro quemado por la Inquisición.
Su edificio más majestuoso e impresionante es la Iglesia Arcipestral, una joya de la arquitectura iniciada en el románico y culminada en el gótico. Allí se firmó, el 15 de agosto de 1429, la renuncia del Papa Luna que puso fin al Cisma de Occidente.
Callejeando te encontrarás con una plaza mayor porticada, varios edificios góticos y palacios renacentistas, todos muy bien conservados.
Entre monumento y monumento, una visita a los centros de interpretación del vino y del aceite. Seguro que te reconciliarán con la buena mesa y los excelentes productos de la tierra.
Y por supuesto, estupendas rutas entre olivos milenarios para los que no se puedan quedar quietos.
Una escapada rural en la que resulta esencial dejarse llevar para disfrutar de todo lo que ofrece.
¿Alguna vez se te ha ocurrido que puedes encontrar puentes colgantes como los de Nepal, pero en Valencia? Antes de que respondas que no, te digo yo que sí. A solo 60 km de la capital, en la Comarca de los Serranos y bañada por el Alto Turia, aparece esta maravilla inesperada.
Chulilla se recuesta en la falda de un promontorio coronado, cómo no, por su castillo árabe. Los torreones y murallas están del lado de la ciudad, pero por la parte que mira al río un impresionante cañón hace pensar que conquistarla sería imposible.
Una de las rutas más interesantes que se puedan encontrar es la de los Pantaneros. Recrea el camino que seguían los obreros de la presa Loriguilla y es un alucinante recorrido plagado de miradores a cuál más impresionante. Y aquí está lo interesante, parte del recorrido se hace cruzando dos puentes colgantes que parecen sacados de una peli de Indiana Jones.
El primero, a 15m de altura, nos muestra en su esplendor los acantilados y las hoces durante sus 17 metros de largo. Un poco más adelante, el segundo puente, a 5,50 m sobre el río y con un recorrido de 28m ya parece un juego de niños. Una aventura divertidísima para grandes y chicos.
Si vas en verano no puedes perderte la ruta del Charco Azul, un remanso de aguas turquesa que replica las paredes calizas del Alto Turia. El sitio perfecto para bañarse y disfrutar con los peques. Durante el paseo por el cañón podrás ver las numerosas vías y zonas de escalada que hay en Chulilla, meca de los aficionados a trepar.
¿Sabes cuál es el resultado final? Una experiencia inolvidable para toda la familia.
Dos por el precio de uno. O mejor dicho cuatro, ya que en la comarca de Los Serranos son cuatro los municipios que comparten un título muy singular: destino astronómico preferente.
Aras de los Olmos, Alpuente, Titaguas y La Yesa conforman este exclusivo club, gracias a la calidad de sus cielos. Allí se ven las estrellas como en pocos lugares y por eso en Aras tiene su sede el Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia.
Ya se pueden preparar los aficionados a escudriñar los astros. Es una de las pocas zonas de cielo oscuro que quedan en la Comunidad Valenciana y poder compartir con los expertos esta experiencia resulta inolvidable. Y muy adecuada para vivirla con niños.
Además de ser un destino Starlight y Reserva de la Biosfera, Aras es un oasis de tranquilidad entre montañas. Alpuente, por su parte, tiene un riquísimo pasado histórico que disfrutar, cuajado de iglesias, ermitas, torres y hasta un acueducto.
Pero no se limita a íberos, romanos y árabes, mucho más atrás en el tiempo la zona estaba habitada por dinosaurios. El museo y el yacimiento de huellas nos lo confirman, siendo además de un período geológico con escasas muestras en el país.
Para redondear la visita, todos los pueblos están empeñados en revitalizar la gastronomía de la zona. Cerveza artesanal, miel de alta calidad, trufas y manzanas esperiegas, una variedad autóctona de la zona, compiten por deleitar al viajero.
Una escapada rural que sin duda te hará saborear lo esencial, el cielo y la tierra.
Palabras mayores. Un pueblo excavado en la roca, sin exagerar en absoluto. Una verdadera maravilla que habla del poder humano para doblegar la naturaleza hostil y hacerla habitable.
En el Valle de Albaida, justo lindando con Alicante, con la Sierra de Mariola envolviéndolo, Bocairent surge como un monumento a la piedra. A esta comarca le dicen la Toscana valenciana y no van desencaminados.
Aunque los romanos anduvieron por aquí, fueron los árabes los que modelaron el particular urbanismo del pueblo, con sus calles retorcidas llenas de recovecos. Durante la Reconquista, y como era de rigor, las mezquitas se transformaron en iglesias, como la de Nuestra Señora de la Asunción. Emblema de Bocairent, construida sobre los restos del castillo árabe, tiene una altura de 41m y es visible desde muchos kilómetros a la redonda.
A pesar de la indudable belleza y armonía del casco antiguo, preñado de fuentes, casonas señoriales y rincones deliciosos, otro monumento lo eclipsa en fama. Las Covetes dels Moros, situadas justo enfrente del barrio medieval, conforman un lugar misterioso y secreto con muchas incógnitas por descubrir. Una inmensa pared horadada con 53 ventanas abiertas artificialmente en un barranco vertical que dan acceso a las cuevas.
No se sabe exactamente para qué servían, aunque hay muchas hipótesis: graneros, viviendas, etc. Aquí está lo interesante, todas son diferentes en forma, altura y dimensiones y están conectadas entre sí. Un enigma que aún no se ha resuelto y que quizás no lo haga nunca.
Las rutas de senderismo están aseguradas en el entorno privilegiado del Parque Natural de la Sierra de Mariola. Sin olvidar la que sigue el curso del río Clariano, motor del desarrollo textil de la comarca.
Podría escribir mucho más, pero te invito a descubrirlo por ti mismo, te enamorará.
Escondido al final de la Canal de Navarrés, este pueblo apacible es un rincón lleno de paz que guarda algunos tesoros muy interesantes.
Habitado desde la prehistoria, conserva en su término municipal un testimonio único, las Cuevas de la Araña. Dentro, una bella muestra del arte rupestre levantino datada entre el 9.000 y el 4.000 AC, que ha sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La escena, única en el mundo, representa imágenes de la recolección de la miel y puede visitarse.
El otro tesoro es la espectacular Ruta del Río Fraile, un fantástico y divertidísimo recorrido donde no solo hay que andar. Se trata de un auténtico parque de atracciones en plena naturaleza, un atractivo paisaje de aguas cristalinas llenas de pozas, saltos de agua y trampolines naturales. Todo ello rodeado de una hermosa masa forestal de pinos y carrascos.
Puede hacerse de dos maneras, por senderos que a veces descienden hasta el cauce, o por el mismo lecho del río, la mejor sin duda. El descenso en sí no es complicado, se puede calificar de barranquismo acuático, pero hay que tener varias cosas importantes en cuenta. La primera es que parte del recorrido se hace nadando, no caminando, así que hay que estar dispuesto a mojarse.
Por eso también es recomendable llevar bolsa estanca con lo imprescindible, calzado adecuado y muchas ganas de divertirse. Ojo con las personas poco entrenadas o los niños pequeños no acostumbrados a estas aventuras, al no haber cobertura de móvil las cosas pueden complicarse.
Pero si tienes todo bien controlado, el descenso del Fraile se convertirá en una aventura inolvidable y que querrás repetir.
¡Esta escapada rural esencial no puede faltar en tu plan de viaje, es única!
Para finalizar quiero decirte que hay muchos más rincones en la Comunidad Valenciana ideales para una escapada rural. Algunos de ellos, como Morella o Xátiva puedes encontrarlos en SUPER GUÍA VIAJERA.
Todos, sin excepción, merecen una visita. Te lo devolverán con creces.
Hasta la próxima y disfruta.
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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