Si nunca has estado en el Valle del Jerte, ya va siendo hora de que te plantees el viaje a una de las comarcas naturales más bonitas de España. No solo por los cerezos, que también, sino porque es un lugar privilegiado en cualquier estación del año.
Entre Plasencia y la Sierra de Gredos se encuentra este rincón plagado de sorpresas para el visitante y con un gran protagonista: el río Jerte. Que no es una mansa corriente, sino un impetuoso cauce que recoge aguas de gargantas, fuentes y arroyos.
Cascadas y piscinas naturales te esperan con sus aguas cristalinas para atemperar el rigor del verano. La otoñada llega cuando los cerezos cambian de color y todo el valle se convierte en una paleta encantada, ideal para el senderismo.
En el tranquilo invierno, podrás disfrutar sin agobios de las espectaculares cascadas y los arroyos con todo su caudal. Pero la reina es, sin duda, la primavera, sobre todo las dos semanas en las que más de un millón y medio de cerezos florecen a la vez.
Pocos lugares tienen tanto que ofrecer durante las cuatro estaciones, así que no te lo pienses más y pon rumbo a Extremadura, sea la época que sea.
Dependiendo del momento del año en que vayas, las actividades pueden variar, pero algunas cosas son inmutables, como los pueblos del valle.
La N-110, que une Plasencia con Ávila, te acerca a los once pueblos que salpican como lunares este paisaje frondoso. Son ejemplos típicos de arquitectura rural, algunos muy antiguos, con casas de piedra y los característicos entramados de la región.
Pero lo que los une a todos son las calles serpenteantes, con balconadas a ambos lados y en algunos casos, galerías porticadas.
Si vas de sur a norte, conviene empezar por El Torno, llamado también “El Mirador del Valle”, por las preciosas vistas de que disfruta. Unos kilómetros más adelante, del otro lado de la nacional, en Casas del Castañar se mezclan las cerezas con las castañas, la sierra con el valle.
Cerca está El Cabrero, donde se elabora el aguardiente de cereza llamado kirsch, y un poco más allá llegarás a El Piornal atravesando robledales. Es el pueblo más alto de Extremadura, a 1.180 m de altitud y por lo tanto, un espectacular balcón natural sobre el valle.
Bajando más de 500 m, Valdastillas ofrece la vista inigualable de sus grandes bancales repletos de cerezos. Cruzando el río, Navaconcejo es uno de los pueblos más interesantes, sobre todo por los recursos naturales que posee.
También a orillas del Jerte, Cabezuela del Valle destaca como el más importante arquitectónicamente hablando. Su pasado judío engalana el casco histórico que rompe la estructura lineal de las otras villas. También es la sede del Museo de la Cereza, ubicado en un edificio típico de gran valor histórico y artístico.
En el cercano pueblo de Jerte, pletórico de huertos y prados, las largas calles se asemejan a la línea del cauce del río y el paisaje es lo mejor.
Casi al borde del valle, limitando con Ávila, Tornavacas sigue siendo paso obligado para la ganadería trashumante de Castilla. Es un bellísimo enclave natural encajonado entre sierras, con abruptas pendientes que se elevan a ambos lados del río.
Ten en cuenta que en los pueblos del Valle del Jerte hay mucha oferta de casas rurales, quizás la mejor manera de disfrutar de este entorno e integrarte en él.
Desde mediados de marzo a mediados de abril se produce el milagro de cada año en el Valle del Jerte, la espectacular floración de los cerezos que se cultivan en todo el territorio. Si bien las fechas no son exactas ya que la naturaleza es impredecible por definición, en primavera el valle se llena de flores y de turistas ansiosos por verlas.
Es todo un espectáculo en sí mismo ese millón y medio de árboles cuajados de blanco, como una nevada tardía, que atrae a miles de visitantes cada año. Existen rutas circulares y lineales para poder verlos en todo su esplendor, ya que si bien coinciden en la floración, los que están en zonas bajas son algo más madrugadores que los de altura.
También es el momento en que se organizan distintas actividades relacionadas con la floración, como la Fiesta del Cerezo en Flor, de Interés Turístico Nacional. Esto implica que el valle se atiborra de gente. Quieren disfrutar del espectáculo y todo lo que lo rodea, con el agravante de que nunca se sabe exactamente cuándo florecerán.
Por lo tanto, reservar con mucha anticipación es arriesgado, y no reservar hasta último momento es imposible. Así las cosas, lo mejor es decidirte por algún pueblo cercano, pero que no esté en el valle, como Hervás o Cuacos de Yuste.
Si no vives demasiado lejos, madrugar y pasar el día entre cerezos es una buena opción. Pero ten en cuenta que son muchos los que lo hacen. Por lo que lo ideal en esta situación, es poder acercarse entre semana y evitar sábados o domingos.
Así llaman en el valle al período de tres meses en los que se recolecta la cereza, también con muchas actividades para los visitantes que incluyen poder participar en la recolección.
Suele comenzar a finales de abril y se extiende hasta julio, pero el mejor momento es en junio, cuando hay más variedades de frutos jugosos y maduros.
Si me has leído antes, ya sabes que no puedo quedarme quieto mucho tiempo. Y que donde voy busco siempre el contacto con la naturaleza como el complemento perfecto para cualquier viaje o como su objetivo principal.
Tal vez te preguntes si en Extremadura es posible encontrar esos paisajes húmedos y frondosos tan habituales en el norte de España, y quizás tengas dudas. Que se disiparán inmediatamente en cuanto pongas un pie en el Valle del Jerte.
El microclima especial de esta zona tiene que ver también con la cantidad de agua que lo nutre y que vas a encontrarte a cada paso. Gargantas, cascadas, fuentes, arroyos, el río Jerte, un sinfín de recorridos húmedos que esperarías ver en Asturias o Cantabria pero no en Extremadura.
Uno de los más conocidos es la Ruta de las Cascadas de la Garganta de las Nogaleas (o Nogaledas). Detrás de este nombre tan largo se esconde una fantástica ruta de senderismo entre frondosa vegetación y con la presencia constante del agua. Se trata de una ruta circular de dificultad baja que parte del pueblo de Navaconcejo y puede hacerse en familia, siempre con cuidado y sin prisas.
Nada más entrar en el sendero te envuelve una tupida vegetación de robles, chopos, alisos, fresnos y castaños, a orillas de la garganta. El camino está bien señalizado y aunque alguna pendiente es durilla, tienes la excusa de detenerte en cada cascada para descansar. Porque en esta primera parte hay nada menos que cuatro cascadas impresionantes que te dejarán con la boca abierta. Después de la última, al cruzar la garganta, tendrás la opción de subir a una quinta que no está dentro de la ruta señalizada. Es totalmente accesible, aunque la trepada sea algo más complicada.
El regreso se hace por un carril encementado que te lleva directamente al pueblo entre cerezos. No se puede pedir más.
Otra de las rutas más bonitas y famosas del Valle del Jerte es la de la Cascada del Caozo, considerado el salto más espectacular de todos. Es circular, con salida y llegada en el pueblo de Valdastillas, señalizada en todo momento y con un recorrido total de 7km. Un entretenido paseo de baja dificultad entre robles y cerezos, que si vas cuando empieza la recolección resultan especialmente hermosos con su color rojo.
Llegando ya a la garganta de Bonal encontrarás un puente que da acceso a la cascada, donde una pasarela de hierro te permitirá acercarte. Es un verdadero capricho de la naturaleza, nada habitual, donde el agua no cae con fuerza sino que se desliza por las rocas como un velo.
Si no quieres hacer la ruta de senderismo, puedes acercarte en coche a la carretera que une Valdastillas con Piornal. Puedes aparcar junto al mencionado puente, pero claro, la otra opción es mucho más activa.
Hay más cascadas que visitar, como la del Calderón, con acceso desde Piornal, o la de Marta, a 1km de Valdastillas. Esta última tiene una pasarela de observación no apta para sufridores de vértigo, pero el entorno es fantástico.
Un detalle importante es que todas las cascadas dependen mucho de la cantidad de lluvia caída, vale la pena programar la visita teniéndolo en cuenta. Otoño, primavera e invierno son las mejores estaciones para disfrutarlas en todo su esplendor.
Una de las opciones más estimulantes del Valle del Jerte es acercarse a sus miradores, nada menos que 14 en un territorio de 373km2. Mientras recorres los pueblos puedes conocer algunos de los más significativos, con magníficas panorámicas sobre el valle, la sierra y el río.
Muy cerca de El Torno, el Mirador de la Memoria no solo brinda unas vistas espectaculares, sino que también remueve las conciencias por las tres estatuas erigidas en memoria de los olvidados de la Guerra Civil. Obra del escultor Francisco Cedenilla Carrasco, fueron colocadas en lo alto en 2008. Nada más situarlas allí, recibieron varios disparos de origen desconocido que el autor se negó a tapar como un símbolo más.
A la entrada de Piornal, el pueblo más alto de Extremadura, el magnífico Mirador Balcón del Valle ofrece una impactante panorámica sobre el embalse del Jerte y la parte baja del valle.
En plena Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, después de recorrer un tupido bosque de robles, se llega hasta el Mirador del Chorrero de la Virgen, otra de las cascadas que jalonan el Valle del Jerte. No te puedes acercar a ella pero sí disfrutar de este salto de agua que surge de la montaña desde la atalaya privilegiada del mirador.
En la parte alta de Cabezuela del Valle y callejeando por el pueblo, se puede subir a la Ermita de San Felipe, donde las vistas sobre el valle son de 360º. Aunque es posible acceder en coche, mejor hacerlo a pie porque las calles son muy estrechas.
Uno de los puntos más fotografiados del norte de Extremadura está en el Mirador del Puerto de Tornavacas, a pie de carretera en la cabecera del Valle del Jerte. Las vistas son espectaculares, extendiéndose más allá de la comarca, gracias a los 1.274 m de altura en los que se sitúa. Aunque durante siglos ha sido y es el paso obligado de la trashumancia con Castilla, hoy en día se ven muchos más turistas, senderistas y ciclistas que cabezas de ganado. Imposible perdérselo.
Esto te parecerá increíble, pero en el Valle del Jerte hay una veintena de piscinas naturales de aguas cristalinas que lo convierten en un excelente destino para el baño.
Prácticamente todos los pueblos tienen no uno, sino varios de estos remansos veraniegos, algunos de ellos especialmente destacables. Además cuentan con piscinas municipales muy bien acondicionadas, pero las auténticas tienen el aliciente de estar en plena naturaleza y en parajes de gran belleza.
Por lo tanto, si vas en la época adecuada no te olvides el bañador, sobre todo si llevas niños. Para ellos la experiencia es muy gratificante y completamente distinta a lo habitual.
Las más curiosas de todas son, sin duda, las de Los Pilones, en plena Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos. Se trata de 13 marmitas excavadas en la roca por la erosión de las aguas. Se encuentran entre las piscinas naturales más espectaculares de España. Pero no puedes llegar hasta allí en coche, hay que currárselo recorriendo un sendero en subida de unos 3 km que sale desde la entrada de la reserva, entre Jerte y Cabezuela del Valle. Cuando llegues a las piscinas después de la trepada, nada mejor que un baño en sus heladas aguas para quitarte los calores del esfuerzo.
No todas te lo ponen difícil, al contrario, muchas de ellas tienen servicios como aparcamiento, chiringuito, parque infantil o merendero. Todo un lujo tratándose de enclaves naturales que no siempre disponen de tantas facilidades.
En este enlace podrás ver todas las piscinas, naturales o no, que podrás disfrutar en el Valle del Jerte.
Como verás, este destino es uno de los más completos para conocer aunque no dispongas de muchos días. En un área relativamente pequeña hay muchísimas cosas para descubrir y divertirse, ya sea solo, en pareja, con amigos o en familia.
Uno de los tantos tesoros cercanos que merece una visita.
¡Qué lo disfrutes!
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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