La región de Los Cotswolds es tan pintoresca que existe el riesgo de caer en todos los tópicos al describirla. Pero vale la pena intentarlo, se trata del destino ideal para una ruta en coche, a tu ritmo, descubriendo la esencia de Inglaterra.
Y a solo dos horas de Londres, perfecta para descansar del bullicio de la capital y someterse a un baño de bucólica belleza.
Si bien hace poco te dije que el Lago de Como era el destino romántico por excelencia, éste no se queda atrás.
Para algunos un sitio demasiado pijo, para otros simplemente la quintaesencia de lo Brit, depende de ti mismo comprobarlo en primera persona. En cualquier caso, el innegable atractivo de la zona es suficiente para plantearte conocerlo y seguramente no te defraudará.
Repasa los verbos irregulares, afina tu acento más posh y lánzate a la aventura de conducir por la derecha por estrechos caminos rurales.
This is England.
La región de Los Cotswolds es la viva imagen de la Inglaterra más rural y refinada. Paisajes mágicos que huelen a leña y hojarasca, mansiones imponentes y pueblecitos que se mantienen iguales desde hace siglos entre ovejas (cots), y colinas (wolds).
Estos rincones de belleza singular están en mitad de la nada, parecen dormidos en las onduladas y verdes tierras en las que el tiempo se ha detenido. Con solo verlos, te apetece escaparte a ellos y empaparte de la tranquilidad que los envuelve, a pesar de ser materia prima turística por excelencia.
A 150 km de Londres parece que hubieras cambiado no ya de país, sino de planeta, dentro del triángulo imaginario que forman Oxford, Bath y Stratford-upon-Avon, la cuna de Shakespeare.
Pueblos de piedra color miel, absolutamente impecables, cuajados de flores y detalles que hablan de unos habitantes decididos a conservar lo mejor de sí mismos. Casas solariegas que parecen palacios, salones de té tradicionales y hermosas iglesias que conviven con algunas de las ciudades más cultas del país. Todo en una región que se enriqueció entre los siglos XII y XV gracias al comercio de la lana, entonces muy lucrativo.
Desde España puedes llegar por varios aeropuertos, incluyendo los de Londres. Aunque personalmente prefiero algo más manejable, como Bristol o Birmingham, sobre todo por evitar los inevitables atascos de la capital. Una vez allí, el alquiler de coche es la mejor opción para recorrer Los Cotswolds, plagado de lugares donde apetece parar aunque no lo hayas previsto. Las distancias son cortas, pero las románticas carreteras exigen más atención de la habitual, no solo por conducir del otro lado, sino por su estrechez.
Dependiendo del aeropuerto o de si estás en Londres y quieres escaparte, será el orden de visita. Norte-sur, este-oeste, sur-norte, cualquier alternativa es válida para conocerlos.
De los muchísimos pueblos, aldeas y ciudades que puedes visitar, he seleccionado los que considero imprescindibles. Todo dependerá del tiempo que tengas y el dinero que estés dispuesto a gastar, pero creo que es una buena selección.
Allá vamos.
Aunque los edificios de estilo neoclásico son la carta de presentación de Bath, esta ciudad Patrimonio de la Humanidad empezó a vivir mucho antes. Su nombre (baño), ya nos proporciona una pista del carácter romano que define su centro histórico. El complejo de baños romanos de Bath es uno de los mejor conservados en el mundo.
Las aguas termales proporcionaban a la nobleza un inigualable spa de la época, rodeado de columnas y estatuas de dioses y emperadores. Que se puede visitar para comprobar personalmente lo mucho que sabían disfrutar de la vida los romanos. Piscinas de agua caliente y fría, sauna, salones de descanso, en fin, no les faltaba de nada.
No podrás bañarte allí como ellos, pero sí probar un vasito del agua termal, con 43 diferentes minerales, en la Pump Room. Todo un detalle.
Si además te gusta la literatura clásica inglesa y concretamente, Jane Austen, resulta muy interesante conocer el museo que lleva su nombre. La escritora vivió varios años en Bath y gran parte de su obra está inspirada en el tiempo que pasó en la ciudad. En el mismo edificio georgiano tiene su sede otro clásico, el Regency Tea Room, donde el high tea lo sirven camareros con trajes de época.
Tampoco te pierdas el conjunto de edificios conocidos como Royal Crescent, construidos en 1775 en forma de semicírculo mirando a una pradera. Ni The Circus, muy cerca del anterior, otro ejemplo de la arquitectura georgiana en una ciudad que rebosa elegancia y serenidad.
No figura en todas las guías, pero seguro que la incluirías en la tuya. Lo de Venecia es un pelín exagerado, pero no importa, tiene encantos de sobra sin necesidad de comparaciones.
El más importante es sin duda, el curso del río Windrush, cuyo cauce discurre entre preciosas casas de piedra. Si tienes la suerte de aparecer por allí en un día soleado y cálido (cosas más raras se han visto), disfrutarás el ambientazo del pueblo. Porque la pradera en ambas orillas se llena de gente que aprovecha para pasar el día y hacer el tradicional pic-nic inglés.
Tuve la fortuna de conocerlo un domingo de julio con sol y buena temperatura, tan buena que alguno se atrevió a bañarse en el río. Heroicidades aparte, es un lugar en el que pasear y aprovechar el paisaje al máximo. Siguiendo el curso del cauce hay algunos puentes de piedra ideales para la foto del insta. Y dentro del pueblo, un Museo del Motor y del Juguete y otro de trenes, por si no te tocó buen tiempo. Además de la estrella del lugar, Birdland, un parque de aves muy interesante para los niños.
Por otro lado, el pueblo está totalmente enfocado al turismo, con establecimientos de todo tipo, siempre en el estiloso modo de Los Cotswolds. El buen rato está asegurado y quizás te cruces con alguno de los famosos que tienen su residencia por la zona.
No sé bien si está considerado el pueblo más bonito de Inglaterra o el pueblo con la calle más bonita de Inglaterra. Con estas credenciales, ya puedes imaginarte lo que vas a encontrar en Bibury.
Arlington Row es la mencionada calle, la más fotografiada de Los Cotswolds y posiblemente de todo el país. Un grupo de antiguas casas de tejedores, con característicos techos muy inclinados, que conforman una perfecta postal de la campiña inglesa. Propiedad del National Trust, es increíble el estado de conservación que presentan, considerando que se construyeron en el siglo XIV.
Los poco más de 600 habitantes han sabido conservar todo el encanto de Bibury a pesar de las hordas de turistas que lo visitan a diario. Aunque parece el plató de una serie de la BBC, la gente real que vive allí mantiene su calma habitual y la transmite al que llega.
Como en casi todos los pueblos de la región, hay un río, en este caso el Coln. Un pequeño curso de agua que sigue alimentando el verde inmutable de las colinas y contagia la sensación de relax total.
Todo es altamente fotografiable, desde las casas color miel hasta los jardines, impresionantes sobre todo en primavera y verano. No falta ni el tradicional molino, Arlington Mills, hoy convertido en museo ni el fabuloso hotel Bibury Court. Unas antiguas mansiones del siglo XVII reconstruidas y transformadas que vale la pena ver aunque no te alojes allí.
A Broadway se le conoce como “la joya de Los Cotswolds” (ya te avisé de los tópicos al principio), y no les falta razón. Bucólico, idílico, elegante, repleto de encanto, seguro que disfrutarás de un paseo relajado por High St., su arteria principal.
Hecha para los caballos y las diligencias, esta calle hoy se ha convertido en un must del turismo rural tan apreciado por los británicos. Allí conviven las vetustas e impecables casas de estilo Tudor con las boutiques de alta gama. Todo salpicado de cafés, restaurantes y galerías de arte de lo más chic y caro que se pueda encontrar.
Pero tiene competencia, la Broadway Tower, una impresionante torre que se alza a 2 km del centro, al final de un camino rural. En Bacon Hill se yergue, majestuoso, lo que hoy en día es el icono de la región.
Hablo en masculino porque en realidad no se trata de una torre, sino de un castillo estrecho y estilizado que no tenía una función militar. Por lo menos en la época de su construcción, el siglo XIX, se trataba más bien de un proyecto estético del arquitecto James Wyatt. En la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, fue muy importante como punto estratégico de vigilancia.
Actualmente es una atracción turística de primer orden, con unas vistas espectaculares de la campiña inglesa y de Los Cotswolds.
Poco más que un par de calles, menos de 400 habitantes y un recuerdo imborrable es lo que te dejará Castle Combe. La enésima calle totalmente instagramera, The St., y algunas costumbres curiosas e impensables en otras latitudes.
Verás que en el exterior de las casas se exhiben dulces, bebidas o panes, primorosamente presentados en estanterías. A su lado suele colgar una lista de precios y un bote para depositar el importe de lo que te lleves, sin ninguna supervisión del propietario. Mejor no imaginar lo que pasaría con el bote, los productos y hasta las estanterías en algún otro lugar del mundo.
Una pequeña iglesia del siglo XII, St. Andrew, un pub con más de quinientos años de historia y un impresionante hotel de 5 estrellas. Éste es el principal patrimonio de un pueblecito de postal donde resulta imprescindible detenerse a respirar y fotografiar tanta belleza.
La Capital de Los Cotswolds, llamada así por ser la mayor de todas en la región, tiene un esplendoroso pasado romano del que guarda recuerdo. No en vano Corinium Dobunnorum era el asentamiento más importante del país después de Londinium, la Londres actual.
Hoy en día es una ciudad típica de la región, con todo el encanto de las limestones, esa piedra caliza dorada que las distingue. Pero además tiene muchos parques y jardines notables, vestigios del anfiteatro romano y numerosas mansiones.
A pesar de ser más grande que la demás, no desentona en absoluto y sorprende gratamente al visitante, que como yo, era un poco escéptico.
Una especie de museo al aire libre, donde nada destaca y todo fluye en armonía, así definiría a Chipping Camden. Casas, posadas y viviendas históricas, al amparo de la iglesia de St. James, perduran perfectamente integradas en la imagen de la campiña inglesa.
Pueblo especialmente sensible al arte, donde se estableció el primer Gremio de Artesanos en 1902, en él conviven muchos estilos arquitectónicos distintos. Es también uno de los pocos donde se pueden ver los típicos tejados de paja, tan difíciles de mantener que resultan escasos hoy en día.
Si bien tiene turistas, como todos los de la región, no verás tantos como en otros sitios. Lo que sí abunda es la presencia de excursionistas que hacen el Cotswold Way, un sendero de 102 millas muy popular y transitado.
Aquí deberías parar si estás por allí en martes, es el día que se celebra el mercado más grande y famoso de Los Cotswolds. Más de 200 puestos atraen visitantes incluso de Londres, con tren directo desde la estación de Paddington.
Desde el siglo XIII Moreton-in-Marsh ya se distinguía por su vocación mercantil, así que han tenido tiempo para mejorar. Es un sitio muy concurrido que recibe viajeros desde el 1700, antes aún de que el ferrocarril de Oxford a Worcester pasara por ahí. Por lo tanto, hay abundancia de hoteles, pubs históricos, casas de té y toda la parafernalia que acompaña a los visitantes.
Por esta razón, muchos lo eligen como base para recorrer Los Cotswolds, aunque no sea tan pintoresco como otros pueblos.
Una de las características de Los Cotswolds es la presencia de numerosos anticuarios y granjas ecológicas. Aunque ahora son tendencia, en realidad funcionan allí desde mucho antes y tanto nativos como turistas son asiduos compradores.
Stone-on-the-Wold, enclavado en un bonito cruce entre 7 carreteras, es la parada perfecta para adquirir este tipo de productos. También es el pueblo más alto de la región y en sus colinas pastaban las mejores productoras de lana, llamadas ovejas-león.
Sus ferias de ganado eran legendarias y la afluencia de dinero proveniente de ese comercio es evidente en un pueblo elegante y señorial. Además de las ovejas, las tiendas glamurosas y los hoteles de lujo son las señas de identidad de Stone.
En este pueblo de Los Cotswolds tienen su residencia el Príncipe Carlos y su esposa Camila, pero dudo que te los encuentres de compras por ahí. Aunque el centro esté repleto de tiendas de antigüedades, que parecen chiflar a la pareja.
También se dice que aquí podrás tomar la mejor cornish pasty de Inglaterra. Algo por lo menos curioso, ya que se trata de la empanada típica de Cornwall que ya te comenté en otro post.
Algo totalmente brit sería desplazarte unas millas hasta Dyrham Park y hacer lo que muchos ingleses, un picnic en los jardines de una casa solariega.
Si te apetece recorrer uno de los senderos más románticos de Inglaterra, has llegado a tu destino. Upper Slaughter y Lower Slaughter (Villarriba y Villabajo, para entendernos), son dos pueblecitos idílicos unidos por la mencionada senda.
A orillas del río Eye, todo parece dispuesto para el disfrute del caminante, con muchas alternativas para estirar las piernas en medio de un paisaje bucólico. Siempre y cuando no llueva, porque en ese caso necesitarás botas de agua para la faena.
Es igual, el entorno es tan bonito que lo de menos será el barro, te lo aseguro.
Hasta aquí mis recomendaciones de hoy, como siempre te digo, hay mucho más por recorrer, ésta es solo una pequeña parte. Pero si te animas, no dejes de ver algunos de los pueblos más bonitos de Inglaterra e impregnarte de su espíritu atemporal. Igual que si estuvieras de visita en Downton Abbey.
¡Hasta el próximo viaje!
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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