¿Te has preguntado por qué el norte de Mallorca tiene un imán particular? Dentro de una isla con tantos matices paisajísticos, este sector atrae, y mucho, a gran cantidad de turistas de diferentes países.
Algo hay en esta mezcla de pueblos históricos y arenales interminables, que fascina a todos los que la conocen.
Lo cierto es que, en Mallorca, los cuatro puntos cardinales tienen distintas propuestas, algunas antagónicas, pero todas esencialmente espectaculares.
Hoy quiero llevarte de la mano a descubrir los secretos de una ruta que tiene mucho más que playas y hoteles. Pocos kilómetros entre dos de los cabos más famosos de la isla, perfectos para hacerlos con calma y disfrutar de sus muchos atractivos.
Despierta tus sentidos, el norte de Mallorca es una experiencia adictiva, por eso la mayoría repite.
En el extremo oriental de la bahía de Alcudia, dentro del municipio de Artá, hay un cabo prácticamente virgen que no recibe muchas visitas turísticas. Esa razón en sí misma lo vuelve un lugar que apetece descubrir.
A estas alturas, ya me conoces un poquito y seguro que sospechas que voy a hacerte caminar. Porque para llegar al Cabo Farrutx solo puedes utilizar un todoterreno o tus piernas. Pero sin subir, lo que te propongo es bordear la costa y enamorarte de esta reserva natural especialmente protegida.
No te asustes, es un sendero sumamente sencillo de 5 km ida y vuelta, que puede hacerse en familia y que no te tomará más de una hora en cada sentido. A menos que te detengas en las increíbles calas que se esconden por aquí (sospecho que lo harás, sobre todo si vas en primavera o verano).
Sobre cuatro ruedas puedes llegar hasta el punto de salida, la pequeña zona residencial de Betlem, junto a la Colonia de San Pere. La calle principal es la Av. Colom, y cuando pierde su carácter asfaltado es que hay que bajarse del coche.
A partir de aquí comienza una senda pedregosa envuelta en el típico paisaje mediterráneo espectacular. Agua turquesa a la izquierda, pinos y montaña a la derecha, con alguna pared vertical de roca lisa para hacer escalada.
Un pequeño desvío te acercará hasta Na Clara, una joyita de arena y cantos rodados con aguas que hacen honor a su nombre. Límpidas y transparentes debido a su poca profundidad y a los extensos arenales de su fondo. Al estar alejada de los núcleos urbanos, es muy tranquila y seguramente te encontrarás con nudistas que conviven pacíficamente con los que llevan bañador.
Retomando la senda llegarás al último punto, Es Caló de Cabo Farrutx, un antiguo puerto pesquero en desuso pegado a una pequeña playa, Sa Platjola. El paisaje es idílico, perfecto para desconectar del mundo y dejarte llevar por el entorno del cabo que se alza sobre la cala como un ala protectora.
Si tienes la suerte de poder recorrer en barco esta parte de la costa norte de Mallorca, no te pierdas las espectaculares cuevas situadas debajo de la montaña.
El regreso al coche es por el mismo cómodo camino y desde Betlem te dirigirás hacia Colonia Sant Pere, la siguiente parada, por la M3331.
La Colonia, como se conoce entre los nativos, es un antiguo puerto pesquero reconvertido al turismo, pero conservando todo su encanto.
Si bien en temporada alta se llena, como toda la isla, sigue manteniendo el ritmo relajado que le imponen sus 550 habitantes censados. Aunque hay turistas internacionales, la mayoría de los visitantes son locales y muchos de ellos tienen en la Colonia su segunda residencia.
El puerto y el paseo marítimo son sus principales atractivos, así como una playa de arena fina ubicada junto a ellos. Aunque cuenta con pocos servicios es ideal para familias por la suave pendiente de entrada al mar.
Si lo tuyo no es el turismo de masas y fiestas, la Colonia puede convertirse en un destino muy apetecible para pasar las vacaciones.
Nada más salir de la Colonia de Sant Pere, encontrarás un desvío que conduce al núcleo de S’Estanyol, donde se puede aparcar el coche. Después de cruzar el torrente y caminar unos 300 m, podrás disfrutar de una de las últimas playas naturales de Mallorca, ya en Santa Margalida.
También conocida como el Arenal de sa Canova, aquí no hay tumbonas, ni hoteles, ni restaurantes, sola naturaleza en estado puro. Una excelente alternativa para encontrar privacidad y tranquilad en un entorno agreste, enmarcado por un extenso sistema dunar protegido.
Es la playa perfecta, que no se masifica ni siquiera en temporada alta. Los días ventosos verás gente practicando kitesurf, surf o windsurf, y el nudismo es habitual, aunque también lo son las familias. ¡Pensar que en los años setenta del siglo XX no estaba permitido ni siquiera el baño de hombres y mujeres juntos en esta playa! Y la sanción era asistir obligatoriamente a 20 misas.
Se trata un arenal muy extenso, más de 1 km, así que hay sitio para todos y según te acercas al núcleo de Son Serra, aparecen pistas de vóley, duchas y algunos bares. Para qué contarte sobre el color del agua, simplemente espectacular debido a los fondos arenosos. Vamos, una pasada de playa que muchos consideran la mejor de Mallorca, con permiso de Es Trenc.
El Torrente de Na Borges la separa del pueblo, que originalmente contaba con unas pocas casas dispersas construidas en los años 50. La playa y el puerto era lo único que necesitaban los mallorquines que se acercaban a veranear aquí, junto con algunas tiendas de suministros.
Afortunadamente para todos, la imparable masificación de algunos municipios cercanos salvó a Son Serra de correr la misma suerte. Hoy se la considera, con toda justicia, el último edén de Mallorca.
Del otro lado de Son Serra, en dirección Can Picafort, comienza uno de los arenales más extensos y vírgenes del norte de Mallorca. Aquí sí que no hay absolutamente nada más que lo que puedes ver, ni siquiera se retiran las algas por no alterar el equilibrio medioambiental.
Un área natural protegida, de 5 km de largo por 2 de ancho, arropada por verdes bosques, dunas y una mar siempre turquesa. Como para llegar hay que caminar un rato, encontrarás poca gente aún en verano. Sobre todo, verás amantes de la vida natural, acompañados en muchos casos por sus perros, nudistas y senderistas, tanto locales como extranjeros. Porque una característica más de Son Real es la presencia de numerosos senderos que conducen a otras bahías o al interior, a cuál más bonito.
Los fondos de esta playa de arena y rocas nos regalan unas aguas cristalinas, producto también de las praderas de posidonia que las nutren. Y algo más: en la misma zona se encuentra la Necrópolis de Son Real, uno de los monumentos arqueológicos más importantes de Baleares.
Su visita es realmente impresionante, tendrás ocasión de ver algo único con restos que se remontan a miles de años, dentro de una finca muy especial. Hoy en día es una granja de ganadería y agricultura ecológicas, que combina diferentes épocas históricas dentro de sus límites, la recomiendo sin lugar a dudas.
Cuesta imaginar que a comienzos de los años 70 Can Picafort fuera un pueblecito pesquero con 200 habitantes. Ahora tiene más de 10.000 camas hoteleras y es destino favorito de ingleses y sobre todo, alemanes.
Por supuesto, sus playas no carecen de ningún servicio y están enfocadas al turismo familiar, con hoteles y apartamentos a pie de arena. En la mayoría de los casos en detrimento del paisaje natural, pero muy valoradas por un público sediento de sol y mar.
Quizás no sea lo mejor de la costa norte de Mallorca si lo que buscas es tranquilidad. Pero merece la pena comprobar in situ el contraste con el litoral salvaje que acabas de recorrer.
Y otra cosa importante: sus playas siguen siendo muy buenas a pesar de la gran afluencia turística.
Los impresionantes 7 km de longitud de la Playa de Muro la convierten en una de las más importantes de Mallorca. Está divida en cuatro sectores con un modelo mixto, que combina diferentes tipos de turismo en una sola playa.
Los sectores 1 y 2, más cercanos a Alcudia, son los que presentan mayor número de servicios. Aquí hay de todo, desde hoteles a pie de mar hasta escuelas de vela o kitesurf y beach clubs. Pero no solo esto, también se pueden alquilar embarcaciones, ¡existe un circuito de nado para triatletas y hasta sombrillas con…caja fuerte!
La imagen más buscada está en los estrechos pantalanes de madera que se adentran en el mar, perfectos para dar envidia a los amigos. O enemigos, que de todo hay en las redes.
El tercer sector se llama Es Comú y es una sección de playa con poca estructura. No hay tumbonas ni chiringuito y para llegar tendrás que caminar un buen rato, no tiene parking cerca. Es el reino de los aficionados al nudismo y la naturaleza, donde verás pocos bañadores.
Muy cerca de Can Picafort se ubica el cuarto sector, llamado Es Capellans, también muy animado y pintoresco.
A pesar de las diferencias, los cuatro sectores comparten el ser una playa libre de humos y la presencia de socorristas. Esto se debe a que la natación puede ser peligrosa porque las olas aparecen, aún en verano. Cuenta con instalaciones sanitarias repartidas a lo largo de todo el arenal y son gratuitas.
Para que no te falte de nada, allí mismo está el Parc Natural de S’Albufera de Mallorca, la zona húmeda más grande e importante de las Baleares.
Más de 2.000 hectáreas y 4 itinerarios para descubrir este tesoro de la naturaleza en plena zona turística, afortunadamente protegido. El agua es su principal protagonista y en sus amplias marismas hay gran diversidad de fauna y flora autóctonas. Muy interesante para grandes y chicos.
Un trocito de caribe mediterráneo donde se puede practicar el turismo que quieras, de lo mejor valorado en la costa norte de Mallorca.
El centro neurálgico del norte de Mallorca es sin duda Alcudia. No solo por su extensa y cuidadísima playa, o por su puerto, el segundo en importancia de la isla. La oferta turística es de tal magnitud que atrae a miles de visitantes cada año, con una fidelidad que ya quisieran otros destinos.
Aquí se puede hacer todo lo que busca esa gran masa de turistas que la puebla en temporada alta. Cualquier deporte náutico está al alcance de la mano, miles de camas hoteleras y apartamentos, restaurantes, bares, lo que quieras. Todo en un entorno privilegiado donde la naturaleza, aunque domesticada por el hombre, se empeña en aparecer constantemente. Un paseo en catamarán por la extensa bahía de Alcudia te convencerá de lo que digo.
Como si esto fuera poco, el pueblo en sí es una verdadera joya, encerrado entre murallas medievales y renacentistas. Perderse por sus calles adoquinadas es un excelente plan para descubrir un rico patrimonio artístico y cultural. Otra opción es recorrer el Camino de Ronda, un estimulante paseo sobre las murallas que te dejará la mejor visión del centro histórico.
Si puedes, haz tu visita un martes o un domingo para coincidir con el colorido mercado semanal, uno de los más famosos de la isla.
Siguiendo la línea de la costa aparecen otras playas, como la de Aucanada, de cantos rodados y muy tranquila. Un poco más adelante, la escondida playa des Secs es un verdadero oasis al que se pueden llevar perros. Dando la vuelta al cabo, la playa de Es Coll Baix ofrece un entorno salvaje, rodeado de acantilados boscosos.
Mejor sin niños, el acceso no es fácil, aunque la recompensa vale la pena, es una de las mejores del norte de Mallorca.
Tiene fama de ser uno de los pueblos más bonitos de la isla y estoy completamente de acuerdo. Pollensa es sencillamente encantador, con un ambiente muy agradable, repleto de cafés, tiendas artesanas y muchos rincones para conocer.
Recorrerlo es muy sencillo y enamorarse de él, inevitable. Tiene unos cuantos sitios interesantes, como el Calvari, una subida de 365 escalones para disfrutar la mejor panorámica de la zona. Tranquilo, que también puedes acceder por carretera con el coche y tomarte un café arriba.
Personalmente, soy fan de la Plaza Mayor, el sitio ideal para relajarse en cualquiera de sus terrazas. También aquí hay mercado en domingo, animadísimo siempre y punto de encuentro de locales y turistas. Entre los primeros, verás unos cuantos ingleses que han decidido cambiar las brumas británicas por el sol de Mallorca.
A pesar de su pequeño tamaño, hay mucha vida cultural en el pueblo. Uno de los eventos más importantes del verano mallorquín, el Festival de Música de Pollensa, se celebra en el Convento de Santo Domingo. Es famosa también la batalla entre moros y cristianos que tiene lugar cada 2 de agosto y que atrae muchos visitantes.
Pero lo mejor es que no ha perdido ni un ápice de su carácter netamente isleño, con esa cadencia atemporal propia de la Mallorca más tranquila.
Situado a 6 km del pueblo y a 2 del tercer núcleo importante del municipio, Cala San Vicente, el puerto siempre ha sido un lugar sofisticado. Elegido por las familias acomodadas desde principios del siglo XX como lugar para construir sus casas de vacaciones, ese espíritu permanece.
De ahí a convertirse en destino favorito del turismo internacional, ha sido cuestión de tiempo. Los británicos, especialmente, se vieron atraídos por las extraordinarias condiciones de la amplia bahía, no solo para veranear. Muchos de ellos se establecieron permanentemente en un sitio que, además, les permitía practicar deportes náuticos en las mejores circunstancias.
El paisaje es uno de los más espectaculares del norte de Mallorca, y eso ya es decir mucho. Las normas de construcción, más estrictas que otras zonas, le han librado del deterioro que puede verse en otros puntos de la isla. El puerto deportivo de categoría internacional, una larga playa de arena fina y un paseo marítimo entre pinos son la base de este cóctel delicioso.
Muy cerca se encuentran el resto de calas y playas que atesora este rincón impresionante y que son más de 16.
Como para no irte nunca de allí, te lo aseguro.
Vamos a suponer que acabas de descender de los cielos y te han depositado aquí, en el punto más septentrional de Mallorca. Como solo hay un camino para llegar o para irse, sería mejor empezar así, desde el aire. Porque la majestuosa carretera M2210 es todo menos un apacible paseo.
Los escasos veinte minutos que van desde el Puerto de Pollensa al corazón del cabo (el faro), pueden ser de infarto. No solo por la cantidad de curvas que hay que dibujar, sino también por las increíbles vistas de todo el recorrido. Que te obligarán a parar más de una vez, teléfono en mano, ya sea para inmortalizarlas en tu galería o para hacer un directo.
El ingeniero italiano Antonio Parietti Coll fue el designado para construir esta carretera, que tenía que salvar un desnivel muy importante. No parece que el hombre fuera un fan de las líneas rectas, ya que también es el artífice de la carretera de Sa Calobra, igualmente impresionante.
En el camino surgen casas espectaculares, semiescondidas entre la vegetación donde, los que pueden permitírselo, encuentran una privacidad envidiable. No es lo único, también hay calas salvajes y miradores que quitan el hipo.
Muy famoso es el Mirador de Es Colomer, desde donde disfrutarás de una de las mejores vistas del norte de Mallorca. La combinación infalible del azul y el verde no deja a nadie indiferente, sobre todo a 232 m de altura y con los acantilados envolviendo el paisaje.
La panorámica aún puede mejorar si te animas a subir un sendero zigzagueante hasta la Atalaya de Albercutx. Se trata de una de las torres fortificadas que intentaban mantener a raya a la piratería de la época, que no se ejercía en internet. Aquí puedes observar toda la isla a 360º, si el vértigo no te lo impide.
Una parada que no puedes dejar de hacer es la Playa de Formentor. Esta lengua de arena de 1 km de largo por solo 12 m de ancho, envuelta por un frondoso bosque de encinas y pinos que casi tocan el agua, es la más sonada del lugar. Contribuye a su fama el estar a los pies de uno de los hoteles más emblemáticos de Mallorca y también de España.
El Hotel Formentor fue la loca idea del argentino Adan Diehl, que en plena crisis de 1929 decidió que ese lugar agreste necesitaba glamour. Y vaya si lo consiguió, por aquí ha pasado lo más granado de la cultura y el arte, desde Winston Churchill al Dalai Lama. Hasta Grace Kelly y Rainiero lo eligieron para su luna de miel aquí, ya te puedes imaginar el nivel.
De regreso a la carretera y cuando el faro aparezca ante tu vista, te preguntarás cómo pudieron construirlo en 1863, con las enormes dificultades que eso suponía. El lugar es tan remoto e inaccesible que resulta difícil imaginarlo.
Desde sus 210 m de altura más los 22 que tiene la torre, la luz del faro sigue siendo un punto de referencia importante para la navegación. Y el foco más alto de la isla.
Toda la zona tiene una magia especial que te envuelve nada más llegar. Hay muchas teorías sobre las distintas corrientes de energía que confluyen en el lugar. No tengo ni idea de si será o no verdad, lo que sí sé es que la magia del sitio te atrapa, mucho más si has llegado para la puesta de sol.
De una belleza inconmensurable, será el mejor recuerdo que te lleves de esta ruta por el norte de Mallorca, de cabo a cabo. Aunque tengas que regresar por la misma carretera.
¡Hasta el próximo viaje!
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
Copyright © 2022 | Superguiaviajera.com · Todos los derechos reservados ·
Aviso Legal | Política de privavidad | Política de cookies | Contacto