En el artículo anterior te hablé de los lugares imprescindibles de Kyoto, esos que no puedes dejar de ver. Pero, sinceramente, me he quedado corto, porque es un lugar que siempre tiene sorpresas para ofrecer al viajero.
Además de los templos y santuarios, miles de ellos, vale la pena conocer otros aspectos de la ciudad , quizás más escondidos pero igualmente interesantes. Kyoto tiene su propio castillo, el de Nijo, además del imponente Palacio Imperial, residencia de los emperadores durante 500 años.
Experiencias como alquilar un kimono o hacer una sesión de fotos vestida y maquillada igual que una geisha, están al alcance del viajero. También apuntarse a una clase de cocina, perfecta para descubrir aspectos desconocidos de la gastronomía japonesa. O asistir a una verdadera ceremonia del té, algo que también cuenta entre los imprescindibles de Kyoto y que recomiendo mucho.
Como ves, los planes son infinitos y uno más chulo que el otro, siempre y cuando dispongas de lo más difícil en un viaje: tiempo. Por eso te recomendé hacer de Kyoto un lugar donde quedarte varios días, incluso una semana, para poder meterte en la piel de esta ciudad fascinante.
Seguramente algún conocedor de Japón te preguntará al regreso si eres de Tokyo o de Kyoto. Las respuestas son para todos los gustos, pero personalmente prefiero la combinación impresionante de tradición y modernidad que brinda la última.
Ya me contarás cuando vuelvas si has elegido una ciudad u otra.
¿Quién dijo que en Japón todo es pequeño? Porque aquí te encuentras con una superficie de 275.000 m2, de los cuales alrededor de 8.000 corresponden a edificios.
El castillo fue la residencia de los shogunes Togukawa, que gobernaron con mano firme desde 1603 hasta 1867, fecha en la que se abolió el shogunato y Japón se abrió al exterior. Es uno de los 17 Monumentos Históricos de la Antigua Kyoto y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Los edificios son realmente impresionantes, llenos de detalles curiosos. Uno de los más relevantes del palacio Ninomaru, es el suelo de ruiseñor, una particularidad que lo hace crujir cuando pasas por encima. Como medida de seguridad es muy original, ni el peso de una pluma se libra de del chirrido, ideal para evitar visitantes indeseados. Hay que destacar que en este palacio tenía su residencia y oficinas el shogún cuando visitaba la ciudad, de ahí las precauciones.
Hay varios palacios más dentro del recinto, todos bellamente decorados, pero lo más impactante son sus maravillosos jardines. La enorme variedad de árboles de especies diferentes, hace posible que haya motivos para visitarlos en cualquier época del año. Pero, por supuesto, lo mejor es cuando florecen los cerezos y sus 400 árboles nos brindan un espectáculo inolvidable. A finales de febrero, también tienen lo suyo los ciruelos en flor, y en otoño, le toca el turno a los ginkgos y arce, con sus increíbles ocres.
Sin duda, otro de los imprescindibles de Kyoto.
Muchos viajeros confiesan que su pasión por Japón viene dada, en gran medida, por los jardines que engalanan el país. Son completamente diferentes de los occidentales, transmiten una paz especial, íntimamente ligada a la forma de ser nipona.
El Palacio Imperial de Kyoto, que se utiliza para las ceremonias de entronización de nuevos emperadores, se esconde detrás de una muralla, en pleno centro de la ciudad. Más que el edificio en sí, cumbre del minimalismo, que es el resultado de muchas reconstrucciones, lo increíble es el jardín que lo rodea.
Este enorme y bellísimo espacio, alberga la alucinante cifra de 9.000 árboles, además de rincones que rozan la perfección. Aquí se encontraban los edificios de la corte imperial, que fueron destruidos para desarrollar este espacio urbano único.
La entrada es gratuita, pero su inmensidad hace que nunca parezca lleno. Es el lugar perfecto para relajarse y dejarse llevar por cualquiera de sus senderos, no solo durante la floración de cerezos y ciruelos, sino en cualquier momento del año.
Como broche final, no te pierdas el hermoso estanque del extremo sur, donde nadan las carpas japonesas, como máxima expresión de calma y tranquilidad, tan apreciadas en medio del ajetreo turístico.
Si quieres vivir la experiencia de sentirte geisha o maiko en Kyoto, es perfectamente posible. Seguramente en tus paseos por la ciudad tengas más posibilidades de cruzarte con occidentales con este look, que con las verdaderas protagonistas.
Alquilar un kimono con todos sus accesorios se ha puesto de moda entre los visitantes. Hay variantes como la de hacerte el peinado tradicional, e incluso, que te tomen fotografías profesionales como recuerdo.
Los chicos podemos elegir vestirnos de samurai, para no desentonar con ellas.
Si eres de los míos, y te mola la cocina de Japón, una de las actividades imprescindibles en Kyoto es tomar una clase de cocina. No solo aprenderás a preparar alguno de tus platos favoritos (y comértelos), sino que podrás iniciarte en muchos aspectos de la cultura japonesa, que como en casi todas, está muy unida a su gastronomía.
Es necesario cierto nivel de inglés para poder seguir las explicaciones, pero siempre hay algún compañero que puede ayudarte como traductor espontáneo.
Me dirás que asistir a una ceremonia del té puede hacerse en cualquier ciudad japonesa. Pero las mejores casas de té están en Kyoto, por lo que te recomiendo experimentarlo aquí.
Es una experiencia fascinante, distinta a cualquiera que puedas tener en otros sitios. Todo tiene un protocolo especial, cuidadísimo y particular, que se va desarrollando paso a paso, profundamente enraizado en la cultura japonesa.
La amabilidad hacia los visitantes forma parte de la visita, el trato es extremadamente agradable y te hará sentir muy especial. La lleva a cabo un maestro especializado en este arte (así está considerado en Japón), licenciado en alguna de las escuelas que se dedican a su enseñanza.
En realidad, se trata de todo un ritual en el que se degusta el té verde japonés o té matcha, acompañado de algunos dulces. No esperes encontrar un típico «five o’clock tea» británico, aquí la cosa es mucho más formal y delicada.
Puedes aprovechar el alquiler del kimono, pero no es un requisito ineludible. Aunque las fotos que subirás a las redes quedarán mucho más realistas con ese efecto visual.
En el artículo anterior te hablé del Distrito de Gion, el más tradicional y característico de Kyoto. Por allí encontrarás la calle Pontocho, una de las más famosas y auténticas de la ciudad, con muchos restaurantes (nada baratos, pero bueno…), y un ambiente muy chulo al lado del río.
Lo ideal es pasear por esta zona en la tarde/noche, que es cuando sale todo el mundo a darse un garbeo, empezando por los locales. Hay mucha gente joven haciendo picnic o simplemente descansando en las orillas del río Kamogawa, que está cruzado por cinco puentes. Los restaurantes iluminados, los cerezos en flor, en fin, todo con muy buen rollito y perfecto para llevarte un buen recuerdo del lado más informal de Kyoto.
Sin salir de Gion, tienes la oportunidad de visitar uno de los imprescindibles de Kyoto y además, pedir por tu buena suerte. El Santuario Yasaka Jinja es visita obligada para cualquiera que pase por la ciudad, siempre animado, lleno de vida y color.
Conviene visitarlo a partir de las 18 hs., cuando los grupos turísticos ya están en otras cosas, para disfrutarlo en todo su esplendor y admirar los faroles encendidos. Es muy antiguo, se remonta al año 656 y está repleto de historia y de pequeños rincones absolutamente deliciosos.
Adorado por los habitantes de Gion, es también el origen del festival más famoso de Kyoto y uno de los más importantes de Japón, el Matsuri, que se celebra cada mes de julio.
Una de sus curiosidades es que, a pesar de ser un santuario sintoísta, no verás un torii en la entrada, sino una puerta budista. La enorme puerta roja es una de las imágenes más fotografiadas de cualquier viaje a Kyoto, y forma parte de la iconografía de la ciudad.
Dos de sus atracciones más importantes son el Bunden o patio central, y el Honden, el salón principal. En el Bunden se encuentra un escenario de danza tradicional, adornado por 300 farolillos, con los nombres de donantes que quieren asegurarse la buena suerte en sus negocios. Se utiliza para todo tipo de eventos, incluso bodas sintoístas.
El Honden es un salón de 15 m de altura, de gran belleza, siempre lleno de gente haciendo cola para rezar, agradecer o hacer una ofrenda.
Ya ves que no hay ocasión para el aburrimiento en la antigua capital imperial de Japón. La variedad de cosas para hacer y ver es tal, que solo viviendo aquí podrías abarcarlas todas.
Pero si vas como visitante, no te pierdas ninguna de las que te he recomendado, son sin duda, los imprescindibles de Kyoto.
¡Arigatou!
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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