¿Alguna vez te has imaginado que puede haber una Suiza mediterránea? La bellísima ciudad de Lugano es el claro ejemplo de la mejor mezcla posible: buen clima, aires de dolce vitta y la impecable eficiencia helvética.
No solo es un pintoresco lugar para visitar, posiblemente estemos ante una de las mejores ciudades europeas para vivir. Con la cuenta corriente bien aceitada, por supuesto, porque en este pequeño y montañoso país nada es barato. Salvo el espectacular entorno natural, cuya contemplación te hace pensar en que la perfección absoluta sí existe.
En esta impensable Suiza mediterránea, la cercanía con Italia, concretamente Lombardía, ha permitido una frontera permeable a costumbres, gastronomía y arte de vivir. Que, combinada con la opulencia y organización de los suizos, garantiza un producto especial, diferente a otros y sumamente apetecible.
Alguien dirá que cualquier ciudad a orillas de un lago, tiende a ser adorable. Sin duda, en el país helvético sobran los enclaves de belleza sobrenatural, que parecen haber pasado por el photoshop antes de ponerlos allí. Pero es que en Lugano se respira, además, una alta calidad de vida que acompaña perfectamente al paisaje de postal.
La antigua villa marinera ha sabido reconvertirse en el tercer centro financiero de Suiza, sin perder su delicado equilibrio. Un lugar donde podrás hacer senderismo por la mañana y shopping en las tiendas más exclusivas, por la tarde.
Con el soberbio lago de Lugano como telón de fondo, esta ciudad es el verdadero corazón del Ticino, aunque no su capital administrativa, que se encuentra en Bellinzona.
Limpia tu agenda de compromisos y lánzate a descubrir la Suiza más mediterránea, estoy seguro de que será una sorpresa deliciosamente agradable.
A pesar de su pequeño tamaño, la ciudad tiene todo lo que puedas desear. Desde la navegación por el lago hasta el montañismo, sin dejar de lado el aspecto cultural, mucho más importante de lo que pareciera.
Es fácil de recorrer en poco tiempo, pero sin olvidarse de que las cosas a vista de pájaro siempre dejan sabor a poco. Así que te animo a perderte algunos días en el Ticino, con esta pequeña guía de lugares imprescindibles. Si vas a pasar varias jornadas en el país, te recomiendo el Swiss Travel Pass, indispensable en un sitio con las mejores comunicaciones posibles, pero nada baratas.
El alma de la ciudad habita en su lago, que marca la frontera política entre Italia y Suiza. Recorrerlo es un placer en cualquier época del año, sobre todo para calibrar la extraordinaria belleza de las vistas y la tranquilidad del entorno. Primo del cercano Lago de Como, no tiene nada que envidiarle en cuanto a hermosura.
Los paseos pueden durar hasta cuatro horas, dependiendo de tu tiempo y ganas, pero todos son absolutamente recomendables. Incluso existe la posibilidad de hacerlos en una embarcación de 1908, tecnológicamente acondicionada, pero con todo el espíritu de una navegación respetuosa con el medio ambiente.
Otra opción interesante es comprar un pase de un día y dar la vuelta entera. Vale la pena porque los barcos se detienen en las estaciones de los funiculares que suben a los diversos montes, así que podrás utilizarlos y volver a embarcar.
También a través del lago, se puede llegar a Melide, donde está ubicada la Suiza en miniatura, y, sobre todo, a dos de los pueblos más bonitos: Morcote y Gandria.
No solo navegando se puede disfrutar del lago, pasear por sus orillas, buscando ese punto panorámico perfecto, es también un excelente programa. Con una gran ventaja, el camino que lo bordea es completamente gratuito.
No puede uno imaginarse este país sin pensar inmediatamente en las montañas. También las hay en Lugano, por supuesto, aunque no alcanzan las cotas más altas de otros cantones suizos.
Este detalle no les resta nada de belleza, al contrario, porque son fácilmente explorables, un paraíso para senderistas y buscadores de la mejor foto. Si pasas algún tiempo en Lugano, subir a ellos es obligatorio para llevarte un recuerdo imborrable de la región.
El Monte Brè es una pequeña montaña, 925 m, que brinda las mejores vistas panorámicas sobre el lago y la ciudad. Para llegar hay que tomar el bus en la estación de Lugano hasta Cassarate. Desde aquí, la subida es en dos tramos muy empinados de funicular, que te llevan a la cima, y allí puedes hartarte de tomar fotos.
También hay un par de restaurantes, si quieres hacer una parada gastronómica. O aprovechar para recorrer alguna de sus muchas rutas de senderismo.
Quizás el monte más significativo de Lugano, uno de los emblemas de la ciudad, es el San Salvatore, más conocido como el Pan de Azúcar. Sí, tal como lo digo, su parecido con el de Río de Janeiro es innegable, pero el decorado no tiene nada que ver. Aquí lo que mola es contemplar el atardecer, con los fantásticos colores que tiñen el cielo. Se puede subir a pie desde Paradiso, pero el desnivel de estos 600 m es considerable, así que resulta más sencillo hacerlo en funicular.
Por descontado, hay restaurante en la cima, con una terraza panorámica tan impresionante como los precios. Por suerte, el área de picnic es gratuita, asequible a todo tipo de visitantes.
La leyenda dice que Jesús, en su subida a los cielos, hizo escala en la cima de San Salvatore, aunque en Instagram no haya quedado constancia del hecho.
Con su altura de 1704 m sobre el mar, el Monte Generoso es el más elevado del Ticino. La subida puede hacerse en un tren de cremallera, el único de la región, que aún conserva algunos ejemplares de los años 50′, de lo más auténticos. Como centro de peregrinación atea, no tiene rival, ya que el trazado ferroviario data de 1890.
En la parte alta, vas a encontrarte con el fantástico edificio construido por el arquitecto ticinés Mario Botta, ganador del Premio Pritzker, que viene a ser el nobel de la arquitectura. «Fiore di pietra» es el nombre del centro de visitantes, que tiene, además, restaurante y salones para eventos en un marco inmejorable.
Otro de los atractivos del monte es el observatorio astronómico, así como la posibilidad de ver el mejor amanecer sobre este pedacito de la Suiza mediterránea. Si te apetece un poco de marcha, desde aquí parte una ruta circular de senderismo de 5km, ideal para hacer entre mayo y octubre.
Como no me canso de decir, el callejeo es la actividad más importante cuando llegas por primera vez a una ciudad. Lugano no es la excepción, así que pies a la obra para conocer lo mejorcito del corazón del Ticino.
Lo sensato es empezar por la Piazza Riforma, algo así como la plaza mayor de Lugano, donde todo el mundo tiene que pasar en algún momento. Elegante, de inspiración italiana y cuajada de palacios renacentistas, es el lugar de encuentro de locales y visitantes.
Aquí se celebran la mayoría de los eventos ciudadanos, sobre todo musicales y navideños, tan caros a la tradición suiza. Por si te hace falta, en el edificio neoclásico del Ayuntamiento tiene su sede la Oficina de Turismo, llevada con eficiencia helvética. El resto, cafeterías y restaurantes donde disfrutar del dolce far niente, de impronta netamente italiana.
Las dos calles más representativas de este compacto casco histórico son la Vía Nassa y la Vía Pessina. La primera de ellas refleja la esencia suiza, escenificada en tiendas de lujo bajo arcadas perfectas. Afortunadamente, mirar sigue siendo gratis, ya que cualquier actividad relacionada con la compra de objetos aquí, es absolutamente prohibitiva para los bolsillos medios.
La Vía Pessina es otro cantar, ya que lo que priva en ella es la gastronomía. No solo porque sea el domicilio del Grand Café Al Porto, un emblemático establecimiento abierto en 1803. También lo es por el llamativo despliegue de salumerías al estilo italiano, con mortadelas gigantes incluidas, además de mercados de frutas y verduras.
Un deleite para los sentidos, aunque tampoco es barato lo que encontrarás por aquí, por muy mediterránea que sea, no olvides que estamos en Suiza.
El pulmón verde de la ciudad está en el Parque Cívico Ciani, dicen que el más bonito del país, lo que ya es decir. No exageran, es espectacular este rincón pegado al lago, repleto de plantas tropicales y mediterráneas, perfectas para un respiro en medio del calor veraniego. Una de las fotos más famosas de Lugano se puede obtener aquí, la de la puerta de hierro forjado abriéndose al lago, todo un clásico.Dedicada a San Lorenzo, la catedral de Lugano es visible desde muchos puntos de la ciudad, ya que está situada en la zona alta. Con subidas solo aptas para piernas fuertes, muy al estilo suizo, hay que echarle ánimo y trepar para conocer el edificio religioso más importante.
Es una construcción muy antigua, posiblemente anterior al siglo XI, aunque ha sufrido varios cambios desde entonces. Si bien el interior guarda frescos interesantes, capillas y decoraciones barrocas, lo mejor es su espectacular terraza, con vistas verdaderamente celestiales. Se han dado casos de ateos convertidos después de contemplarlas.
La vida cultural es esta parte del mundo, es muy intensa. Proverbialmente, los suizos siempre han estado interesados en desarrollar este tipo de valores, y la cercanía con Italia ayuda a reforzarlos.
Entre los centros culturales de Lugano, hay que destacar el LAC, no solo por lo que alberga en su interior, sino también por el original edifico que lo contiene. En su gran auditorio, suele haber eventos muy interesantes, vale la pena consultar la web por si coincides con alguno.
Alberga también en su interior el interesante Museo d’arte della Svizzera italiana, conocido como MASI por sus siglas, con espléndidas exposiciones y visitas guiadas gratuitas.
El Museo Cantonal de Historia Natural. situado dentro del Parque Ciani, es uno de los más importantes del Ticino, con colecciones únicas de mineralogía, petrografía, paleontología y geología.
Otro museo muy curioso es el de la Aduana Suiza, ubicado al otro lado del lago, muy cerca de la frontera italiana. En un lugar donde floreció el contrabando, funciona en un antiguo puesto de control y muestra la historia de esta actividad. Vale la pena conocerlo, es realmente interesante incluso para los niños.
No quiero olvidarme de la Villa Ciani, el espectacular palacio que se utiliza como centro de convenciones y exhibiciones, también dentro del Parque Cívico, todo un derroche de elegancia y buen gusto.
Este es mi resumen de los imprescindibles de Lugano, la capital de facto de la Suiza mediterránea, un enclave con el sabor especial de Italia y la educada elegancia suiza. Por algo viven allí unos cuantos famosos, como Fernando Alonso, que destacan además de sus encantos naturales, la tranquilidad de pasar desapercibidos.
No te defraudará, te lo aseguro.
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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