La Transpirenaica es una de esas rutas cuyo solo nombre ya evoca todo un mundo de aventuras. Algo así como 800 fantásticos kilómetros en línea recta entre el Cantábrico y el Mediterráneo, que pueden recorrerse en coche, moto, bicicleta y hasta andando. Y si tienes la suerte de poder hacerlo en autocaravana o camper, ni te cuento.
Sin duda, hay medios de transporte para todos los gustos y posibilidades, pero mi experiencia ha sido en coche, combinándola con las muchas rutas de senderismo que encontrarás por el camino. Ese camino que no tiene por qué ser lineal, en un lado u otro de la frontera, sino que puede y debe recorrerse como un ir y venir de España a Francia y viceversa.
El espíritu de los Pirineos, creo yo, no es interpretable como un confín entre países. Para mí siempre ha sido un nexo de unión, una especie de columna vertebral que más que separar, acerca. Por el lado español, la Transpirenaica recorre el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña, mientras que en el francés se extiende por Nueva Aquitania y Occitania. El Principado de Andorra también forma parte de la ruta.
En realidad, se puede hacer como uno prefiera, alternando carreteras diversas, aunque si vas a ir andando, el camino oficial es el sendero GR11
Impresionantes paisajes, cumbres que duermen entre nubes, lagos de colores imposibles, glaciares milenarios y puertos de montaña míticos, te esperan a ambos lados. Es uno de esos viajes que van a acompañarte siempre, por la variedad y calidad de lugares para descubrir. Ayuda mucho la excelente gastronomía y esa magia especial que tienen las alturas.
Desde el faro de Higuer, en Hondarribia, a la Punta de l’Ocell, en Girona, toda la belleza pirenaica se desplegará ante ti, sin guardarse nada. Irás serpenteando por el lado español o el francés, casi sin darte cuenta de que has cruzado la frontera, esa creada por los hombres, no por la naturaleza. Y comprobarás que un galo de la Ariége se parece más a un catalán de Lleida que a cualquier compatriota de Lille, por ejemplo.
Lo mejor de un viaje está en la gente que conoces y con la que puedes compartir experiencias. Si además el entorno es el que te brinda la Transpirenaica, no pidas más porque difícilmente lo haya. No voy a separar este recorrido por etapas, sino por lugares que no puedes dejar de ver, llegues por donde llegues. Creo que cada uno se lo puede montar cómo prefiera mientras conozca los imprescindibles del camino.
Pon a punto tu coche, no te olvides las botas y ropa de abrigo, importante en cualquier época del año. Disfruta el camino y abre los ojos, el Pirineo es tuyo.
Tomando como punto de salida el Faro de Higuer, en la costa guipuzcoana, la primera parte de la ruta toma rumbo a Navarra. Conviene decantarse por conocer uno de los enclaves más idílicos de la Península Ibérica, el Valle de Baztán. Salpicado de pueblos, caseríos y una espléndida masa forestal, es un lugar cargado de misterios e historia.
Aquí ya puedes sacar tu calzado de senderismo del maletero, hay muchas rutas para explorar, miradores, cascadas y embalses. Un paraíso de la naturaleza, preñado de patrimonio cultural y algunos de los pueblos más bonitos y característicos de la región.
Además de hacerse famoso en el cine gracias a Álex de la Iglesia, es realmente el pueblo de las brujas. Sus cuevas, escenario de akelarres, orgías y demás festines paganos, están abiertas a las visitas para que puedan sentir en carne propia ese halo mágico que las envuelve.
Otro lugar especial, entre los muchos que guarda el Valle, está en la misma frontera francesa, con sus maravillosos puentes medievales de piedra sobre el río Ugarana. Y, por supuesto, Elizondo, que conserva todo su encanto a pesar de ser el pueblo más grande de la zona.
Totalmente recomendable hacer una parada aquí en tu recorrido por la Transpirenaica.
Llamada la puerta del Camino, Roncesvalles es la quintaescencia de la ruta jacobea. Con su impresionante Colegiata dominando el panorama, siempre ha sido un lugar de encuentro de peregrinos, muchos de los cuales empiezan aquí el llamado camino francés. Pero sobre todo, es una mezcla maravillosa de cultura y paisaje que no va a dejarte indiferente.
Muy cerca, otro de los lugares mágicos de Navarra: la Selva de Irati, uno de los hayedos-abetales más grandes y mejor conservados de Europa. Repartida entre los valles navarros de Aezkoa y Salazar, en su mayor parte, y los franceses de Cize y Soule, está repleta de senderos de impresionante belleza.
No puedes perderte el mejor exponente de los paisajes pirenaicos en Navarra.
Siguiendo la ruta que bordea la frontera, atravesando los encantadores pueblos navarros de Ochogavía y Ezcaroz, te irás acercando al Pirineo Aragonés. Allí la montaña se hace más escarpada, más imponente, no en vano el Aneto está presente en esta porción de la cordillera, con sus 3404 metros de altura.
El primer pueblo entrando desde Navarra A Huesca es Ansó, uno de los más bonitos de España, completamente medieval y excepcionalmente bien conservado. Piedra, madera y teja con denominación de origen ansoetano, primorosamente combinadas, hacen del lugar uno de los más visitados por el turismo.
La Transpirenaica te lleva a través de Huesca por pueblos pintorescos como Monasterio de Leire, Puente de la Reina de Jaca o Sabiñánigo. La próxima e ineludible parada es el majestuoso Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Habrá que acudir a tu fiel calzado de senderismo otra vez, porque estarás en uno de los mejores lugares para practicarlo. De todas las rutas posibles, destaco dos que hay que hacer sí o sí, la del cañón del Añisclo y la de la cascada de la Cola de Caballo.
El parque es espectacularidad pura, en cualquier época del año. Un lugar donde los sentidos se abren a la naturaleza sin restricciones, el ideal de cualquier espíritu aventurero.
Una excelente opción para cruzar a Francia, si estás en Huesca, es atravesando el Puerto del Portalet. La carretera es preciosa, con varios puntos interesantes para ver, como el embalse de Lanuza y Sallent de Gállego.
En invierno puedes tener problemas por la nieve, ya que une varias estaciones de esquí, pero si no hay peligro de nevadas, es espectacular y totalmente recomendable.
Una vez en el país vecino, la intención es conocer el Pont d’Espagne, la puerta de entrada al Parque Nacional de los Pirineos Franceses, ubicado en Cauterets. Es necesario dar un rodeo para llegar hasta allí, pero en eso consiste el viaje en coche, camino y destino son igualmente importantes.
La Transpirenaica te sube ahora a los grandes puertos de montaña, como el Col d’Aubisque y el Col de Soulor, en medio de un paisaje espectacular, hasta llegar a Cauterets. Es un buen sitio para dormir, ya que tiene muchas plazas por la estación de esquí, y así podrás iniciar la visita temprano por la mañana.
El puente, con sus cascadas, y el lago te ocuparán fácilmente todo el día, pero vale la pena cada minuto que emplees en ello. A través del mítico puente se llevaba a cabo el comercio con España, de ahí su nombre. Actualmente, todo el sitio está enfocado a un desarrollo sostenible del turismo, abundante en cualquier época del año.
Para llegar al lago Gaube hay dos opciones. Una es trepar, que para eso nos gusta el senderismo, y la otra pagar por la telesilla. Subas como subas, al llegar te encontrarás con un paisaje impresionante. El típico lago de origen glaciar y color turquesa, a 1725 m de altura, una gozada para llevarte el almuerzo y disfrutar del entorno.
Luego no dirás que la Transpirenaica no te hace conocer lugares absolutamente increíbles.
No se puede estar a este lado de los Pirineos sin acercarse a visitar alguno de los grandes circos glaciares, esas formaciones montañosas semicirculares similares a un circo romano. Son tres, están situados uno junto al otro y se llaman, respectivamente Gavarnie, d’Estaubé y Troumouse.
El más famoso de ellos es el de Gavarnie, forma parte también del macizo del Monte Pedido, y es la cara francesa del parque nacional español de Ordesa. Lo que dije antes de las fronteras, sigue en pie, la naturaleza no las pone, solo los hombres. De ahí la importancia de hacer alguna vez una ruta como la Transpirenaica para comprobar que no son más que una formalidad política.
Estás frente a una verdadera maravilla natural, con paredes verticales de vértigo y una de las cascadas más altas de Europa, 423 m de impresionante caída. El sitio no puede ser mejor para practicar un poco de senderismo, todo está perfectamente señalizado y por supuesto, merece muchísimo la pena.
Una posibilidad que te brinda la Transpirenaica, es atravesar alguno de los puertos míticos por donde transcurre el Tour de Francia. Es el caso del Col du Tourmalet, a unas dos horas y media de Gavarnie, donde se puede pasar la noche para despertarse en plena montaña, a 2115 m de altura.
Aunque lo tuyo no sea el ciclismo, no podrás más que asombrarte de la heroicidad que significa subirlo sobre dos ruedas. El paisaje imponente hace el resto.
Muy cerca se encuentra el Pic de Midi, con su famoso observatorio astronómico del siglo XIX, situado a 2887 m sobre el nivel del mar.
La subida en el teleférico es una pasada, con cambio de cabina incluido hacia la mitad del recorrido, no apto para estómagos sensibles, aunque inolvidable.
En este punto de la ruta hay muchas opciones para seguir adelante. La mía fue ir acercándome a España, haciendo una parada en St. Lary Soulan, típico pueblo francés de los Pirineos, con balneario termal y estación de esquí. Es uno de esos lugares que te invita a quedarte en cualquier época del año, muy cuidado y agradable, con infinidad de propuestas para disfrutar del aire libre.
En el camino hacia Viella, te cruzarás con la bellísima Bagneres de Luchon, otro de los lugares donde apetece hacer un alto.
Tanto de esta última, como del Valle de Arán, podrás encontrar mucha información en nuestra Superguía Viajera, con todos los detalles que necesites para tu visita.
Siguiendo la ruta hacia La Seu d’Urgell, tendrás la ocasión de visitar algunos de los pueblos más bonitos del valle, subir al puerto de la Bonaigua y echarle un vistazo a Baqueira.
La Seu d’ Urgell es la ciudad más poblada del Pirineo Catalán, donde hay mucho para ver, empezando por la majestuosa catedral de Santa María.
Dependiendo de tu tiempo e interés puedes quedarte aquí o seguir el mismo día hacia Andorra la Velha. Si bien el antiguo hábito de ir a comprar al Principado no se ha perdido del todo, la verdad es que ya no merece tanto la pena como antes. Pero sí sigue siendo mucho más barata la gasolina, así que a repostar llaman.
Para continuar con el espíritu de la Transpirenaica, nada mejor que cruzar Andorra en dirección al Pas de la Casa y entrar nuevamente en Francia para llegar a Puigcerdá.
La capital de la Baja Cerdaña es una preciosa y acogedora ciudad, muy apreciada por el turismo local y también el francés. La villa es realmente bonita, con edificios notables y hasta un lago. Enclavada en plena naturaleza, recomiendo que te pares a conocerla porque vale la pena.
Con la mira puesta en el fin de la ruta, aunque todavía quedan kilómetros, la N260 te lleva a atravesar varios pueblos con mucho atractivo, como Ripoll o Castellfollit de la Roca.
Resulta muy interesante hacer una parada en Besalú, una de las maravillas medievales de la ruta, donde un relajado paseo te llevará atrás en el tiempo.
El último tramo de la Transpirenaica, ya con el Mediterráneo muy cerca, te irá acercando a la Costa Brava sin abandonar la provincia de Girona.
Figueres es la ciudad de Dalí, donde tiene su sede el museo dedicado al artista, así que, si eres admirador de su obra, nada mejor que visitarlo. También el estupendo Museo del Juguete, quizás el mejor de España, buen plan si vas con niños, aunque no es indispensable para disfrutar.
Con el objetivo casi a la vista, dejarás atrás Peralada y Llançá, para encarar el último tramo de la Transpirenaica, la Punta d’Ocell.
Un trayecto impresionante entre el Cantábrico y el Mediterráneo, abierto y singular, que te lleva desde un mar a otro pasando por las imponentes montañas pirenaicas.
Más allá de eso, estoy seguro de que se convertirá en uno de tus mejores recuerdos, que tengas buena ruta y aquí nos vemos.
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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