Cuando oyes hablar de la Costa Azul, ¿piensas en hoteles de lujo, casoplones de infarto o yates de millonarios? De todo esto vas a encontrar, pero además, en este lugar privilegiado, anidan algunas de las ciudades más bonitas de Francia.
Niza es la capital de la Costa Azul y la quinta urbe más grande del país, al que pertenece desde 1.860. Este rincón especialmente bendecido por la naturaleza y aprovechado por el hombre, resulta una combinación perfecta de belleza y sosiego.
Te aseguro que muchas veces tendrás la impresión de estar en Italia, debido a la simbiosis entre las dos culturas, separadas solo por unos pocos kilómetros. Es lo mismo que pasa en Alsacia, tan alemana como francesa.
Situada entre el mar y la montaña, lleva siendo la máxima expresión de elegancia vacacional desde finales del siglo XIX, con su particular y relajado ambiente. Y es, además, un destino ideal para escaparte algún fin de semana, sobre todo fuera de la temporada veraniega. Porque el clima benigno es otro de sus atractivos. De hecho, su fama comenzó como lugar de descanso invernal para una aristocracia ávida de sol y temperaturas suaves.
Ingleses y americanos con el bolsillo bien forrado, fueron sus principales valedores cuando Niza era la base de operaciones del “Grand Tour”. El viaje iniciático que aristócratas y millonarios no podían dejar de hacer al menos una vez en la vida. Aquí se daban cita toda clase de personajes, desde duques, princesas y artistas, hasta vividores deseosos de sacar tajada.
Muchos de los grandes hoteles que vemos hoy se construyeron en aquella época dorada, como el famoso Negresco, inaugurado en 1.913.
Pero la capital de la Costa Azul tiene mucho más que mostrar a los visitantes, es un mosaico de colores que te dejará encandilado.
Llegues de punta en blanco o con mochila, siempre te abrirá los brazos para que disfrutes de su “joie de vivre”.
¿Nos vamos?
La archifamosa Promenade des Anglais recorre los 7 km del paseo marítimo más fotografiado del mundo y es el símbolo de Niza. Se extiende desde el aeropuerto hasta la Colina del Castillo y si vienes a la ciudad, tienes que recorrerla sí o sí.
Te recomiendo hacer parte a pie, sobre todo desde el Hotel Negresco hasta el Casco Antiguo y el resto en bici o patines, según tus habilidades.
Este magnífico paseo separa la zona de playas (ojo, no son de arena), de los edificios más representativos de la belle époque que lo adornan. Si te cansas de caminar, puedes sentarte en alguna de las sillas azules dispuestas frente al mar, ideales para contemplar la Bahía de los Ángeles. Estas sillas son todo un emblema de la Promenade y hasta tienen su propia escultura.
Toda la zona está llena de vida, tanto de día como de noche. Muchos deportistas la eligen para practicar al lado del mar, pero también turistas, familias y paseantes se mezclan con algunas caras famosas.
Las playas no son precisamente cómodas por los guijarros, y si lo que te gusta es tirarte al sol, mejor acercarse a la vecina Villefranche Sur Mer. Aunque si vienes a Niza por primera vez, seguro que tendrás muchas más cosas que hacer y ver en la capital de la Costa Azul.
La Vieux Nice se asemeja a un panal de callejuelas estrechas, salpicadas de animadísimos mercados, plazas bulliciosas y edificios barrocos. Se respira ambiente italiano por todas partes, empezando por la arquitectura.
Los únicos colores que pueden utilizarse para pintar las casas son amarillos, ocres y rojos, aunque las ventanas pueden ser verdes o turquesas. Esta norma cromática que data del siglo XVI, aún en vigor, se complementa con la ropa tendida, una tradición típicamente mediterránea.
Perderse en la Vieja Niza es todo un deleite. Lo mejor es dejarse llevar por el ambiente, repleto de cafés, tiendas y restaurantes de lo más animados hasta bien entrada la noche.
El barroco reina en muchos de los edificios notables del casco antiguo, exuberante pero armónico como suele ser el desarrollado en Italia. Una muestra de ello es el opulento palacio, de entrada gratuita y que deslumbra al visitante. Se pueden ver habitaciones llenas de frescos, molduras y estucos, además de un interesante museo de instrumentos musicales. Incluso existe una farmacia reconstruida del siglo XVIII.
Muy cerca de allí, la catedral de Santa Reparata es otro ejemplo impactante del mismo estilo, con su espléndida cúpula de azulejos de colores. Y a pocos metros, Fenocchio, la heladería más famosa de Niza y toda la Costa Azul por sus helados de sabores únicos. ¡No dejes de probar los de lavanda, romero o tomate y albahaca, son riquísimos!
Imposible hablar del casco antiguo sin mencionar el Cours Saleya, pero éste merece un capítulo aparte.
Entre la Vieux Nice y la playa, encontrarás otra de las instituciones nizardas: el Cours Saleya, un fantástico mercado a cielo abierto. También conocido como el Mercado de las Flores, en realidad aquí se venden muchas cosas más.
En Niza es habitual hacer la compra en este tipo de lugares, sobre todo buscando el cartel de producteur, que distingue a los productores locales. Y asegura un óptimo nivel de calidad.
El mercado abre sus coloridos puestos todos los días, aunque los lunes se venden antigüedades y no producto fresco. Aquí reinan, además de las flores, las hierbas provenzales, aceitunas, frutas, verduras, quesos artesanales y jabones de Marsella.
En los encantadores patios que lo rodean te puedes sentar a tomar un café o probar alguna especialidad gastronómica, como la famosa socca. Es una de las más representativas de la ciudad y como muchas cosas en la capital de la Costa Azul, hay algo de italiano en ella. Se trata de una especie de crépe hecha al horno con harina de garbanzos y aceite de oliva, suave y cremosa. Una curiosidad, en Argentina y Uruguay se come como acompañamiento de la pizza y se la conoce como fainá.
Otra delicia local, famosa en todo el mundo, es la ensalada niçoise, un clásico que puede tomarse sola o metida en un pan redondo. En este caso se llama pan bagnat, y es perfecto para un almuerzo ligero mientras recorres la ciudad.
El otro gran mercado es algo menos frecuentado por los turistas, pero igual de fascinante. Situado en la Av. Malaussena, vale la pena acercarse para conocerlo y disfrutar de la treintena de kioscos de restauración que encontrarás aquí. Adosado a él, se encuentran Les halles de la Gare du Sud, donde los amantes de la gastronomía pueden llegar a perder el sentido.
Para los franceses en general, y los nizardos en particular, los mercados forman parte de su manera de entender la vida. Te encantarán.
Del antiguo Château hoy solo quedan ruinas, pero nadie ha podido destruir las maravillosas vistas que hacen indispensable trepar a la Colina.
Se puede subir a pie, por rampas y escaleras, en ascensor e incluso tomando el mini tren de Niza. Pero por lo menos la subida o la bajada hay que hacerla caminando, sino te perderás el mayor encanto del lugar, sus miradores. Desde ellos se contempla toda la ciudad, el puerto, la fantástica Bahía de los Ángeles y las montañas. Una de las mejores vistas de la Costa Azul, sin duda, y gracias a ella entenderás perfectamente porqué se llama así.
El parque de la Colina es uno de los lugares más visitados de Niza, aunque puede disfrutarse sin agobios ni aglomeraciones. Las laderas están cubiertas por un paisaje de vegetación mediterránea que lo hace muy agradable en verano. Existen muchas opciones para pasarlo bien, tiene áreas de picnic, zonas de juegos infantiles y numerosos senderos donde perderse. Incluso hay una preciosa cascada.
Como te dije antes, existen varios miradores a lo largo del parque y en cada uno las vistas son diferentes y excepcionales. Te cansarás de hacer fotos en este entorno privilegiado desde donde se puede ver prácticamente cualquier rincón de Niza.
Y aprovecha para descansar del ajetreo que supone conocer una ciudad por primera vez.
Los amantes del arte y de los museos en general, tienen mucho donde elegir en Niza. Una quincena de espacios que tocan todo tipo de temas, desde el deporte a la prehistoria o la fotografía.
Pero si hay algo que ha distinguido siempre a la Costa Azul, es esa luz especial que ha inspirado a muchos artistas y les ha llevado a vivir aquí.
“Cuando me di cuenta de que todas las mañanas vería esta luz, no podía creer en mi felicidad… Decidí no dejar Niza y he permanecido aquí prácticamente toda mi existencia”.
Esta contundente frase de Henri Matisse resume lo que han sentido muchos al llegar a Niza, donde el pintor vivió sus mejores años. Por eso, el museo que lleva su nombre es visita obligada para los amantes del arte.
El otro museo imprescindible es el de Marc Chagall, el polifacético artista que legó parte de sus obras al Ayuntamiento de la ciudad. Si no tienes tiempo para más y te mola el arte, no dejes de visitar por lo menos estos dos.
Ambos museos están situados en el mismo barrio, Cimiez, que, a pesar de no tener tiendas o restaurantes de moda, sí atesora muchos lugares interesantes.
Este edificio histórico destaca como un elefante rosa en medio del ambiente mediterráneo de la ciudad. La Catedral Ortodoxa de San Nicolás es una de las cosas más curiosas que puedes ver en tu visita a Niza.
Es el mayor templo ortodoxo de Europa fuera de Rusia, y fue construido por la emperatriz María Ferodovna. Su hijo Nikolai murió en Niza en 1.865 y la emperatriz quiso honrar su memoria de esta manera.
Se necesitaron diez años para completar la construcción de uno de los templos más bonitos de Niza. La mayor parte del edificio se hizo a mano con mármol blanco y sus coloridas cúpulas bulbosas te transportarán al país de Tolstoi.
Alberga una delicada colección de iconos y obras de arte y puede visitarse tanto el interior como los jardines bizantinos. Algo que vale la pena hacer porque es realmente bonita.
Por cierto, la iglesia está bajo la jurisdicción del Patriarca de Moscú y se considera territorio ruso.
Entre la ciudad antigua y la moderna encontrarás la mayor plaza de Niza, la Place Masséna, el centro neurálgico de la city. Un gran espacio diáfano donde confluyen los principales bulevares, repleta de tiendas y restaurantes bajo los altos arcos de piedra.
Construida en 1.840 y remodelada en 2.007, es totalmente peatonal salvo por el tranvía que la atraviesa. Además de la Fuente del Sol, con su enorme estatua de 7 m de altura que representa a Apolo, la plaza tiene color artístico español.
Se trata de una obra del catalán Jaume Plensa llamada Conversación en Niza. Son siete esculturas de resina con forma de personas sentadas a 12 metros de altura. Estas figuras representan los siete continentes y resultan especialmente bonitas por la noche, cuando se iluminan.
Esta plaza es el escenario de varios eventos durante el año, como el mercadillo de Navidad o las celebraciones del 14 de julio, el día nacional.
Desde ella puedes acceder directamente a la Av. Jean Medecin, también peatonal, aunque con el mismo tranvía. Es la principal arteria de Niza y se la conoce simplemente como “la avenida”. En ella tienen su espacio las grandes firmas comerciales, galerías y atracciones turísticas.
También aquí encontrarás todo tipo de sitios para comer, tomar un café o el tentempié que te apetezca. La iluminación nocturna, una especialidad francesa indiscutible, le otorga un plus que vale la pena contemplar a lo largo de sus 900 metros.
En uno de sus laterales podrás ver la iglesia más grande de Niza y una de las mayores de la Costa Azul, la Basílica de Nuestra Señora de la Asunción.
Aunque recuerda mucho a la Catedral de París, este imponente edificio neogótico está inspirado en la abadía Saint Serge de Angers. Se inauguró en 1.868 y fue construida a petición de la creciente colonia de extranjeros que “invernaban” en Niza y llenaban las arcas municipales.
Si te apetece un paseo por la costa algo más original que la Promenade, existe la posibilidad de llegar hasta la vecina Villefranche bordeando la costa. Es una caminata accesible, de 5 km aproximadamente, no muy conocida por los turistas.
La primera parte va desde Coco Beach hasta el Cap de Nice por una serie de escaleras que salvan los acantilados del Palacio Materlinck. A partir de allí, la senda comienza con una bajada y te lleva directamente al puerto Villefranche Darse. Podrás hacer el recorrido en un par de horas y si no tienes ganas de desandar el camino, el autobús 15 o el 100 te devolverán a Niza en un periquete.
Te recomiendo que pases un rato en Villefranche sur Mer, una de mis ciudades favoritas de la Costa Azul, pequeña, coqueta y encantadora.
También existe la posibilidad de hacer un buen número de salidas en barco desde Niza para todo tipo de bolsillos. En este enlace encontrarás la mejor información.
Si tienes la suerte de poder pasar más días en Niza, o los niños forman parte del grupo, te recomiendo una visita al fantástico Parque Phoenix.
En 7 hectáreas frente al mar, se despliega una enorme biodiversidad, tanto de fauna como de flora. Este impresionante jardín zoológico y botánico es un lugar estupendo para pasar la tarde si vas en familia. Y por solo 5€ la entrada, sin contar con los descuentos especiales.
Una de sus mayores atracciones es el gigantesco invernadero, de los mayores de Europa. Aquí se recrean seis climas tropicales diferentes, con las plantas y aves correspondientes a cada uno.
Hay una veintena de jardines temáticos y la posibilidad de avistar gran cantidad de animales exóticos en un ambiente muy cuidado. El parque cuenta además con una extensa zona para los peques, un verdadero paraíso en el que disfrutar y jugar.
Está justamente enfrente del aeropuerto, a unos 6 km de la ciudad, y la línea 2 del tranvía te deja en la puerta.
Lo sé, solo podrás disfrutar del carnaval si vas en febrero, pero igualmente no puedo dejar de recomendártelo. Es una experiencia que vale la pena vivir en directo, la gran fiesta de las flores y la alegría en plena Costa Azul.
Si bien hay muchos carnavales famosos alrededor del mundo, todos tienen algo especial que los distingue. Éste es uno de los más antiguos, nada menos que hace siete siglos ya se hablaba de él, aunque su desarrollo fue muy posterior. Actualmente es el más importante de Francia y uno de los más conocidos a nivel global.
Una de las características de este carnaval es la batalla de flores, que empezó como un inocente intercambio hasta derivar en una verdadera guerra floral. Otro detalle importante es la presencia de carrozas, origen de las que actualmente podemos ver en Río de Janeiro.
Algunas cosas recuerdan a las Fallas, como la quema de la figura del Rey del Carnaval el último día. O la presencia de temas de actualidad de forma satírica en las carrozas, aunque no se sabe quién copió a quién.
La Plaza Masséna es el centro de la fiesta y si bien los desfiles diurnos son estupendos, te recomiendo sin duda los nocturnos. Allí verás a los verdaderos nizardos pasándosela en grande.
Son dos semanas de locura colectiva donde se destierra la tristeza y que comparten alrededor de un millón de personas cada año.
Seguro que te gustará ser una de ellas.
Espero que este artículo te sea de utilidad en tu viaje a Niza. Una ciudad top que no puedes dejar de visitar si quieres empaparte del espíritu de la Costa Azul.
¡Bon voyage!
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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