¿Estás buscando un destino perfecto en el que hallar muchas cosas sin salir de unos pocos kilómetros? ¿Y que además esté en sur, que lo andaluz te tira mucho?
Lo has encontrado, Sanlúcar de Barrameda colmará tus expectativas porque tiene de todo, incluyendo uno de los accesos al Parque Nacional de Doñana.
Gastronomía, historia, palacios, bodegas, playas y naturaleza se dan cita en esta luminosa ciudad de la costa gaditana.
No se puede pedir más, vamos a darnos una vuelta por esta ventana al Atlántico que te deslumbrará con su abanico de atractivos.
¿Te apetece?
Recostada en la margen izquierda del Guadalquivir, justo en su desembocadura en el Atlántico, Sanlúcar mira el paso del tiempo sin perder la compostura.
Habitada desde la prehistoria y habiendo pertenecido a diferentes amos durante cientos de años, en la Edad Media pasa a formar parte del Reino de Sevilla. En 1297 es otorgada en señorío a Guzmán el Bueno, fundador de lo que se conocería después como la poderosa casa de Medina Sidonia.
A partir del siglo quince las cosas empiezan a ir viento en popa para la ciudad, y nunca mejor dicho. Varios navegantes de la época, de los que cruzaban el océano, eligen Sanlúcar como puerto de partida. El tercer viaje de Colón o la primera vuelta al mundo de Magallanes tienen su inicio justamente en este punto de la costa gaditana.
Claro que, si iban, algunas volvían. Y cargaditas de tesoros destinados a Sevilla pero que pasaban por Sanlúcar. De ahí a volverse una tierra próspera y rica hay solo un paso. Las famosas Casas de Cargadores a Indias, mezcla de vivienda y almacén, dan fe de lo que se cocinaba en aquella época.
Otro tema era la Iglesia, que llevaba un trasiego tremendo de personal eclesiástico destinado a evangelizar a los salvajes del nuevo mundo. Había que alojarlos en algún sitio y lo de los pisos turísticos aún no se llevaba. ¿Qué hacemos entonces, se preguntaron? Pues construir un buen puñado de conventos e iglesias resistentes al paso de los siglos y que hoy es uno de los principales atractivos de Sanlúcar.
Luego, ya perteneciendo a la provincia de Cádiz, empiezan a destacar sus bodegas con la crianza de la famosa manzanilla. Este vino tan particular que solo se obtiene allí, aportando bienestar al espíritu y a la economía sanluqueña, hasta hoy.
¡Ojo! No confundir con el fino ni cualquier otro vino de Jerez, la manzanilla es única a raíz de criarse en este entorno marítimo. Las brisas del océano y el envejecimiento en las bodegas de Sanlúcar lo hacen diferente a todos los demás.
Toda esta riqueza ha dejado su marca en la ciudad, así que llegó la hora de conocer un destino perfecto como éste y aprovechar lo que nos brinda.
Igual es una solemne tontería, pero siempre me pareció que el hecho de no tener estación de tren ni aeropuerto, hacía de la ciudad un sitio especial. El que quiere ir tiene que tomarse su trabajo y eso no es poco en tiempos donde todo lo queremos para ayer. Tampoco es difícil llegar, está cerca del Puerto de Santa María o de Jerez, incluso de Sevilla, a poco más de una hora en autovía. Pero no hay tantas avalanchas turísticas como en otros sitios, a pesar de su fama.
Lo sensato es empezar por la Avenida de la Calzada Duquesa Isabel, un espacio amplio cubierto de albero, sede de la Feria de la Manzanilla. Se extiende desde el mar hasta el centro histórico y allí te encontrarás con algunas de las bodegas más famosas. También con la oficina de turismo, hoteles, tiendas y paseantes. Desde alguna de las terrazas podrás ver una sensacional puesta de sol sobre el océano, saboreando la manzanilla de rigor. La avenida tiene parking subterráneo, un detalle para tener en cuenta en una ciudad en la que aparcar resulta como mínimo, difícil.
Te hablé de empezar por ahí, pero si quieres ver el ocaso, también puedes dejarlo para el final. O mejor, pasarte dos o tres días en Sanlúcar, es uno de esos lugares que enganchan.
Si en una punta tienes la Avenida Bajo de Guía, bordeando el mar, en la otra está la Plaza del Cabildo. Más conocida como la Catedral del Tapeo, es el centro neurálgico de la ciudad y el lugar indicado para ponerte morado de langostinos. Chocos, tortillitas de camarones, pijotas, ortiguillas, todo el “crujientito” acompañado de unas papas aliñás, con la cuenta a tiza y en barra, que aquí hay solera. La plaza es muy bonita, vestida de palmeras para la sombra y una fuente central que te relaja los demás sentidos mientras atacas el pescaíto.
En cuanto al callejeo, pues tienes muchísimo para ver. Muy cerca hay otra plaza, la de San Roque, que los nativos tienen como la más bonita de todas. Quizás sea por la iglesia de los Desamparados, donde habitan las dos imágenes más veneradas, un cautivo y Nuestra Señora de la Estrella. O no, la cuestión es que no se equivocan, la plaza es encantadora.
Un poco más adelante, siguiendo la calle Bretones, llegarás al Mercado (debería llamarse templo también), y a la Cuesta de Belén. Allí se encuentran Las Covachas, en la muralla medieval que sostiene los jardines del Palacio de Medina Sidonia. Una arcada gótica que se cree fue lonja y que representa un rincón especialmente bello de la ciudad.
También en la calle Bretones están las Bodegas de la Cigarrera, un sitio de lo más pintoresco. Tiene un restaurante al que se accede a través de las bodegas, algo no tan original, pero… ¿Quieres saber la mejor parte? Puedes comprar el pescado fresco en el Mercado que está enfrente, llevarlo y que te lo cocinen por un módico precio. A qué mola, ¿no?
Muy cerca de allí, el palacio ejerce su férrea atracción desde que en 1297 se le regalara a nuestro conocido Guzmán el Bueno. Está construido sobre la barranca que separa el Barrio Bajo del Alto, las dos zonas bien diferenciadas del casco antiguo.
Convertido ahora en sede de la Fundación Casa Medina Sidonia , puede visitarse previo pago. Salvo que tengas la suerte de alojarte en la pequeña hospedería que hay dentro del complejo palaciego. Si es así, la entrada es gratis. El palacio está declarado Monumento Histórico Artístico y posee uno de los archivos históricos privados más importante de Europa. Lo bueno es que también tiene una cafetería en la zona del ribat árabe, un precioso jardín interior donde tomarse un cafelito.
Metidos en harina palaciega, nada mejor que acercarnos al de Orléans-Borbón, actual sede del Ayuntamiento. Lo construyeron los Duques de Montpensier en el siglo diecinueve como su residencia de verano en Sanlúcar. Una humilde morada de 6.500 metros cuadrados, con fachada de estilo neo mudéjar, arropado por unos espectaculares jardines ingleses abiertos al público.
La cuestión es que pusieron de moda a la ciudad, que andaba un poco mustia en esa época y las familias nobles corrieron a imitarlos. ¿Sabes cuál es el resultado final? Sanlúcar se llenó de casas de veraneo con mucha clase, los llamados “hotelitos”, que aún pueden ver en la Avenida Bajo de Guía. El hecho de que contara con hasta tres mil horas de sol al año algo habrá influido también, convirtiéndola en un destino perfecto para la clase alta de la época.
A pocos metros tenemos la iglesia católica más antigua de Sanlúcar, la Parroquia nuestra Señora de la O, datada alrededor del 1360. Si bien su portada mudéjar es muy interesante, lo mejor está en el interior. El impresionante artesonado del siglo dieciséis es una joya difícil de superar y todo el conjunto hay que agradecérselo, como no, a la Casa Medina Sidonia.
Otro de los edificios que cuentan la historia del pasado glorioso de la ciudad es el Auditorio de la Merced. Antiguo convento de los mercedarios y hoy en día sede de la Delegación de Cultura, tiene una bonita fachada que mira hacia el mar.
También es espectacular la Parroquia de Santo Domingo, anteriormente convento de la orden, la más grande de todas y la única construida íntegramente en cantería. Aquí se alojaban los religiosos de alto rango que partían a evangelizar América y es un edificio notable.
Pero no puedo dejar de contarte la curiosa historia de la iglesia de San Jorge, que se construyó en 1517 para la colonia inglesa, bastante numerosa. Siguió perteneciendo a la Iglesia Católica de Inglaterra hasta finales del siglo veinte, cuando fue cedida a la Hermandad del Rocío de Sanlúcar. Vale la pena ir a verla, ya que además de la imagen titular de la Virgen, hay un sitio para comer muy recomendable en su patio.
La construcción histórica más importante es seguramente el Castillo de Santiago, impresionante fortaleza de estilo gótico erigida por los Duques de Medina Sidonia en 1477. Desde su Torre del Homenaje se abarca toda la belleza de la ciudad y la desembocadura del Guadalquivir en el océano. Los Reyes Católicos se alojaron en él y se dice que la Reina Isabel vio el mar por primera vez desde esta misma torre.
No te olvides de las bodegas, muchas pueden visitarse y las encontrarás tanto en Barrio Alto como en el Bajo. Son uno de los principales atractivos de Sanlúcar y te ayudarán a entender mejor su influencia en el estilo de vida.
Como ya estarás empachado de monumentos, habrás degustado unas tapitas y seguramente comido, creo que es hora de irse a la playa.
Empezamos el recorrido en la Avenida Duquesa Isabel y volvemos a recorrerla en dirección contraria. Hacia el paseo marítimo, que nos ofrece un panorama extraordinario.
Aquí el tiempo se para, la visión del río acabando su recorrido en el océano con Doñana enfrente, las barquitas mecidas por el agua, todo es Andalucía pura. Por ahí andan las barcazas que cruzan al Coto y que habrás visto muchas veces cargadas de romeros durante el Rocío.
Estas playas, a pesar de ser de arena dorada y aguas tranquilas, no son las más famosas de Cádiz para el baño. Quizás porque la competencia es mucha, o porque la desembocadura del río enturbia un poco los fondos, pero tienen un encanto especial. Y aquí está lo interesante, en agosto las playas se transforman en el hipódromo de Sanlúcar.
Las famosísimas carreras de caballos se celebran desde 1845. El origen está en la competición que llevaban a cabo los pescadores para llegar antes a la lonja. Hoy son Fiestas de Interés Turístico Nacional e Internacional y coinciden con los festejos patronales de la ciudad. Tienen que encajar obligatoriamente con la bajamar, así que las fechas vienen dadas por las mareas que propician playas más anchas.
El antiguo barrio de pescadores de Bajo de Guía es otro de los grandes atractivos de Sanlúcar y todo un referente gastronómico en Andalucía. No solo por la extraordinaria calidad de la materia prima, pescados y mariscos estupendos, sino también por el entorno tan singular.
La calle Pórtico de Bajo de Guía es uno de los mejores lugares donde comer en la ciudad. Y eso no es poco en un lugar en el que la buena mesa forma parte integral de la vida. Las vistas son magníficas, el atardecer, inolvidable, el vino y las viandas, difíciles de igualar, pero… ¡Cuidado con los mosquitos! Justamente al caer el sol, en la mejor hora para disfrutar del paisaje, se convierten en una tortura si estás en las terrazas. Algo malo tenía que tener esta Sanlúcar que parece hecha para el disfrute.
A pesar de los mosquitos, éste sigue siendo un destino perfecto para escaparse y zambullirse en el ambiente gaditano. Aquél en el que predomina el arte de gozar de las pequeñas cosas de cada día.
Una gran idea en los tiempos que corren
¡Pásala bien y nos vemos pronto!
Me llamo Cristian Goldberger y soy un viajero empedernido. Desde niño siempre he soñado con viajar y compartir mis experiencias con todo el mundo. Tras cursar una Licenciatura en Turismo, he viajado, vivido y trabajado a ambos lados del charco. Como guía oficial del Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio tengo debilidad por las montañas y la naturaleza. ¿Si pudieras, te pasarías la vida viajando? Yo, desde luego que sí.
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